El departamento del Atlántico vivió un año particularmente trágico en términos de violencia, al registrar una cifra récord de homicidios en 2024.
Según el balance presentado por el abogado y experto en seguridad, Arturo García, la región alcanzó al menos 898 víctimas mortales, un número que supera ampliamente cualquier cifra registrada en años anteriores y que se ha convertido en un nuevo máximo histórico para el territorio.
El sicariato, como modalidad principal de homicidio, ha marcado la pauta de esta tragedia, dejando una profunda huella de terror en diversas comunidades del Atlántico. En particular, el Área Metropolitana de Barranquilla ha sido la zona más afectada, concentrando la mayor parte de los crímenes.
De los 898 homicidios reportados en el departamento, 811 ocurrieron en esta área, con la capital, Barranquilla, destacándose con 479 casos. Esto ha generado una sensación de inseguridad creciente entre los habitantes de la región, quienes a menudo viven con el temor de ser víctimas de la violencia.
A pesar de los esfuerzos y millonarias inversiones en seguridad, que superaron los 80 mil millones de pesos durante el año, la situación no ha mejorado de manera significativa.
Las autoridades han implementado diversas estrategias, incluyendo el reforzamiento de los operativos de seguridad, el despliegue de más efectivos de la Policía Nacional y el fortalecimiento de los controles en zonas de alto riesgo. Sin embargo, los resultados hasta ahora han sido insuficientes para frenar la ola de homicidios, lo que ha generado un amplio malestar en la ciudadanía.
Expertos en seguridad consultados han señalado que, si bien las inversiones en recursos y tecnología son necesarias, es urgente replantear las políticas de seguridad en el Atlántico. La falta de una estrategia integral que aborde las causas estructurales de la violencia, como la pobreza, el narcotráfico y las disputas por el control de territorios, ha impedido que las acciones del gobierno den frutos a largo plazo. Además, se ha advertido sobre la necesidad de fortalecer la presencia institucional en los territorios más afectados, con un enfoque en la prevención del delito y la atención a las víctimas de la violencia.
A lo largo de 2024, la ciudadanía ha manifestado su preocupación por la falta de respuesta efectiva frente a la crisis de seguridad, y muchos piden que el gobierno nacional tome medidas más contundentes para enfrentar esta problemática. La violencia que azota al Atlántico no solo ha generado un alto número de víctimas mortales, sino que también ha dejado una profunda preocupación en la comunidad, quienes exigen soluciones inmediatas para recuperar la tranquilidad en la región.
La ola de homicidios en el Atlántico, y particularmente en Barranquilla, representa un desafío importante para las autoridades locales y nacionales, que se verán obligadas a ajustar sus políticas de seguridad para frenar la violencia y evitar que esta tendencia continúe en el próximo año.
