A las 5:30 de la tarde del lunes, en el barrio Los Andes de Barranquilla, el silencio fue interrumpido por un estruendo seco. No llovía, no había viento.
Solo el crujir de un árbol vencido por el tiempo, que terminó desplomándose sobre una bahía de parqueo frente a la Clínica General del Norte. Cuatro vehículos quedaron atrapados bajo sus ramas. El de Johan Torres, uno de los más afectados.
“Mi carro quedó con los dos parabrisas rotos, abollado por todos lados. Es mi herramienta de trabajo, el que uso para mover a mi familia… y ahora estoy en el aire”, relata Torres con resignación. Afortunadamente, no hubo heridos. Ningún conductor ni transeúnte pasaba en ese instante por el lugar. Pero el golpe fue más allá del metal: fue un recordatorio de lo que pudo haberse evitado.
Según afirman Torres y otros afectados, la caída del árbol no fue un accidente imprevisible. La comunidad, a través de la junta de acción comunal, ya había elevado un requerimiento formal a la administración de la clínica solicitando la poda y el mantenimiento del árbol. El silencio fue la única respuesta.
Ahora, los dueños de los vehículos dañados enfrentan la incertidumbre sobre quién asumirá los costos. “Vamos a enviar una carta con pruebas de la advertencia que hicimos antes del accidente. No podemos quedarnos así”, dijo uno de los vecinos.
Las imágenes del incidente se han difundido ampliamente en redes sociales, mostrando la magnitud del impacto. Las raíces del árbol, según testigos, eran superficiales, un riesgo que venía creciendo con el tiempo… hasta que colapsó.
Mientras tanto, los afectados siguen esperando algo más que respuestas: esperan responsabilidad.
