La realidad supera la ficción en Buenaventura. En un operativo conjunto entre la Policía y la Armada fue capturado Robinson Zuluaga Arroyo, alias El Loco, un hombre que, según las autoridades, utilizaba un método tan cruel como macabro para desaparecer a sus víctimas: arrojarlas a un cocodrilo.
Alias El Loco, señalado de pertenecer a la estructura criminal Los Espartanos, no era un delincuente cualquiera. Su prontuario lo describe como un sujeto de alta peligrosidad, con antecedentes por homicidio, tráfico de estupefacientes y hasta aprovechamiento ilícito de recursos naturales. Sin embargo, lo que más ha estremecido a la opinión pública es la forma en que, presuntamente, eliminaba rastros de las personas que caían en sus manos.
La captura se llevó a cabo en Buenaventura, una ciudad marcada por la violencia de bandas dedicadas a la extorsión, las desapariciones forzadas y el control de territorios estratégicos. Las autoridades celebraron este golpe, asegurando que su detención representa un respiro para las comunidades asediadas por el miedo.
El caso de alias El Loco recuerda los episodios más oscuros de la criminalidad en Colombia, donde la crueldad se convierte en moneda de cambio para infundir terror. Y aunque hoy se encuentra bajo custodia, la huella de horror que deja su paso por las calles de Buenaventura apenas comienza a conocerse.
