La violencia en Barranquilla, lejos de aminorar, parece estar tomando un rumbo cada vez más preocupante. Mientras los ciudadanos claman por seguridad y los recursos destinados a la lucha contra el crimen se incrementan año tras año, las cifras oficiales sobre homicidios siguen alarmando.
¿Qué está haciendo el alcalde Alejandro Char ante esta crisis?
¿Realmente le importa la vida de los barranquilleros o solo la de aquellos que continúan favoreciendo su administración?

Según el Sistema de Alertas Tempranas (SAT) del Departamento del Atlántico, hasta el cierre del 11 de marzo de 2025, se han registrado 180 homicidios en el departamento, de los cuales 157 corresponden al área metropolitana de Barranquilla. Estas cifras evidencian que la violencia está concentrada en la ciudad, cuyo aumento de homicidios es un reflejo de una crisis de seguridad que no parece tener solución bajo la actual administración.
Solo en los primeros tres meses de 2025, se han registrado 89 homicidios, y al cierre de 2024, la ciudad alcanzó un desgarrador 37% en la tasa de homicidios, un número que la posicionó como una de las ciudades más violentas del país.
El detalle más alarmante es que, de acuerdo con las estadísticas, el 67% de los homicidios tienen como víctimas y victimarios a jóvenes entre 24 y 27 años, un sector que debería estar en pleno proceso de formación y consolidación, pero que se ve atrapado en la espiral de violencia que domina las calles de Barranquilla.
¿Qué futuro les espera a estos jóvenes cuando, en lugar de recibir atención y oportunidades, son abandonados a su suerte en medio de un creciente caos?

¿Dónde están los recursos? ¿Dónde está la gestión del alcalde?
A pesar de la creciente crisis de seguridad, el alcalde Alejandro Char sigue haciendo llamados a recursos públicos. Este martes, el gobernador del Atlántico, Eduardo Verano de la Rosa, entregó más de 78.000 millones de pesos para la mejora de la tasa de seguridad y convivencia ciudadana en el área metropolitana de Barranquilla. Sin embargo, los barranquilleros continúan viviendo con miedo en las calles.

¿Cómo puede ser que, con tanto dinero destinado a mejorar la seguridad, las tasas de homicidio sigan aumentando?
La situación parece haber llegado a un punto de no retorno. Los recursos que llegan al Distrito están siendo entregados, pero ¿realmente se están utilizando de manera efectiva? Según el concejal Alexis Castillo, impulsor del debate de control político sobre la seguridad, la administración de Char debe rendir cuentas sobre cómo se están manejando esos recursos y qué políticas de seguridad están implementando para frenar la ola de violencia que afecta a los barranquilleros.
El concejal ha propuesto convocar un debate de control político en el que se analicen los avances y resultados de las políticas de seguridad implementadas por la administración de Char.
¿Qué ha hecho el Distrito para mejorar la situación?
¿Por qué las cámaras de videovigilancia prometidas aún no cubren la totalidad de las zonas más afectadas por la delincuencia?
¿Dónde están los resultados concretos de la inversión en seguridad?
Las respuestas deben ser claras, y los barranquilleros exigen que se les garantice un entorno seguro en sus barrios, sin que los recursos sean simplemente una excusa para ocultar la ineficacia.

Un alcalde más preocupado por su imagen que por la vida de los barranquilleros
La creciente ola de violencia que azota Barranquilla no es solo un problema de cifras: es un problema de vidas humanas. La administración de Alejandro Char parece haber hecho del tema de la seguridad un juego político, donde los recursos y las promesas son la moneda de cambio. ¿Qué ha hecho Char ante el creciente número de muertes violentas en su ciudad? La respuesta parece ser la misma: evasión y silencio.
La percepción de los barranquilleros es clara: no importa cuánto dinero se asigne a la seguridad, si la policía no cuenta con el respaldo necesario para garantizar el cumplimiento de la ley y si los delincuentes, después de ser capturados, son liberados rápidamente por el sistema judicial. Esto es algo que el concejal Samir Radi no dudó en señalar durante su intervención en el Concejo. “¿Cómo se espera que la policía haga su trabajo si al día siguiente los delincuentes ya están libres, listos para continuar su accionar criminal?”, preguntó Radi, quien también insistió en la necesidad de un control más efectivo por parte de la Fiscalía para que la cadena de justicia realmente funcione.
El ciclo de captura y liberación de delincuentes está poniendo en peligro la vida de los agentes de policía, pero también la de los ciudadanos. “El policía se levanta todos los días sabiendo que su vida está en juego, y cuando atrapan a un criminal, lo liberan al día siguiente. ¿Cómo se combate la criminalidad así?” cuestionó el concejal.
¿Qué hay detrás de la falta de acción?
El informe parcial del Análisis Diario, que revela la alarmante cifra de homicidios en el departamento del Atlántico, señala que la administración de Char no solo ha fallado en controlar la violencia en Barranquilla, sino que parece no estar comprometida con la seguridad pública de manera real y efectiva. Mientras el Distrito sigue invirtiendo recursos, la violencia no cesa. La administración distrital está siendo cuestionada por los ciudadanos, los concejales y hasta los diputados del departamento, quienes han pedido un debate a nivel local y regional sobre el manejo de los recursos de seguridad y la eficacia de las políticas implementadas.

El futuro de Barranquilla está en juego. La seguridad de la ciudad no puede ser una prioridad de campaña ni una excusa para desviar recursos. Los barranquilleros merecen respuestas claras y soluciones efectivas para frenar la violencia que azota sus calles. Mientras tanto, la pregunta persiste:
¿Qué está esperando la administración de Alejandro Char para actuar con contundencia y devolverle la paz a Barranquilla?
En medio de este clima de desesperación y reclamos, el Concejo Distrital ha dado un paso al convocar el debate de control político, el cual podría ser la última oportunidad para que las autoridades rindan cuentas. Mientras tanto, los barranquilleros siguen esperando resultados concretos.