La situación de inseguridad en Barranquilla y su área metropolitana continúa siendo un desafío creciente para las autoridades. A pesar de los esfuerzos del comando saliente, encabezado por el general Herbert Benavides, la inseguridad sigue sin ceder. Aunque Benavides destacó que durante su gestión se dio un «duro golpe» a las organizaciones criminales, la realidad es que los homicidios y otros delitos como el sicariato, el microtráfico y la extorsión siguen en aumento, con un 86% de los homicidios atribuidos a ajustes de cuentas entre bandas delictivas.
La problemática parece ir más allá de la simple falta de recursos, tecnología o personal. Las capturas y las incautaciones, aunque son relevantes, no parecen estar afectando de manera significativa el avance de las organizaciones criminales, que siguen expandiéndose sin freno. Esta situación se ha vuelto más preocupante en los últimos meses, especialmente en barrios como El Rebolo, donde la delincuencia se apodera del territorio.
Casos como la masacre en Villa Campestre, donde 33 tiros acabaron con la vida de varias personas en un «narco-fiesta» en Puerto Colombia, siguen sin esclarecerse. Otro ejemplo es el atentado al hijo de «La Gata», quien fue atacado en una clínica, pero hasta el momento no se han registrado avances en la investigación ni capturas. Estos hechos reflejan una preocupante falta de acción efectiva por parte de las autoridades, dejando una sensación de impunidad y desconfianza en la comunidad.
El nuevo comandante de la Policía Metropolitana de Barranquilla, Coronel Edwin Masleider Urrego, llega en un momento crucial. Su tarea será mediar en esta situación, pues los intentos de los anteriores comandantes, incluidos los de Benavides, han quedado opacados por los ascensos y relevos, dejando la sensación de que los cambios en la seguridad son temporales y superficiales.
Otro tema de gran relevancia es la alarmante cifra de feminicidios en el Atlántico, que ya alcanza las 66 víctimas en lo que va del 2024. Este incremento de violencia de género ha generado una profunda preocupación en la región, pero también un silencio por parte de la sociedad y una respuesta insuficiente de las autoridades.
Organizaciones sociales y feministas han pedido medidas más efectivas para prevenir estos crímenes y erradicar la violencia contra las mujeres. La crítica más fuerte es la falta de acción contundente frente a esta grave problemática, que sigue dejando víctimas y perpetuando una cultura de impunidad. El nuevo comandante tendrá la tarea urgente de implementar estrategias más efectivas y garantizar la protección de las mujeres en el Atlántico.
A pesar de los anuncios del Ministerio de Defensa, como la creación de un distrito especial de policía para Soledad, la falta de resultados concretos en términos de reducción de bandas criminales sigue siendo una preocupación. Las autoridades locales, incluidos los alcaldes de Barranquilla, Soledad y Malambo, también han sido señalados por no mostrar una verdadera voluntad de cambio en cuanto a la lucha contra la delincuencia organizada.
Esto deja al nuevo comandante con la difícil tarea de enfrentar una situación donde no solo se necesita más acción policial, sino un compromiso real y coordinado de las diferentes instituciones y gobiernos locales para frenar la expansión del crimen en la ciudad.
Desafíos en seguridad persisten, a pesar de la incorporación de oficiales retirados como «asesores«
A pesar de la incorporación de tres oficiales retirados de la Policía Nacional como asesores en su despacho de la oficina de seguridad de la alcaldía de Barranquilla a cargo de Yesid Turbay, nada de resultados han mostrado los cuatro señores, de manera que el nuevo comandante de la Policía Metropolitana de Barranquilla, Coronel Edwin Masleider Urrego Pedraza, enfrenta grandes desafíos en materia de seguridad.
Fueron anunciados en su moemntos como oficiales con una destacada trayectoria y resultados positivos en su etapa activa, lo que les valió para ser llamados para aportar su experiencia, sin embargo, la creciente inseguridad, los feminicidios y otros crímenes continúan siendo una preocupación central, reflejando simplemente, una situación de complejidad ante esta problemática, que va más allá de la simple estrategia policial y exige un enfoque integral y una mayor respuesta de todas las autoridades involucradas.