Mientras los barranquilleros y amantes del Carnaval celebraban la solicitud del empresario Christian Daes a Shakira para cambiar un día antes o después su concierto en la ciudad y esta accediera, el alcalde Alejandro Char ha decidido junto a directivos de Carnaval S.A. sorpresivamente, cambiar la fecha del evento. Ahora, la Guacherna se moverá para el día sábado, y Shakira cantará el viernes, un día en que siempre se ha celebrado el tradicional desfile como apertura al Carnaval de Barranquilla.
Aunque no lo crean así es, hoy jueves 17 de octubre y como embrujado, el alcalde Alejandro Char dice que la guacherna se pasa para el sábado y que Shakira cante el viernes de guacherna, pues así lo acordó con la gente de Carnaval S.A., quienes dejan mucho de qué pensar frente al valor que le brindan a nuestras tradiciones y cultura, más aún, sin pensar en el pueblo.
Cabe agregar que cierto es que, no todo el mundo dispone pagar $240.000 de la boleta para ir al concierto de nuestra compatriota y paisana Shakira, de manera que, la mayoría de los barranquilleros tendrán que acceder a las pretenciones de unos cuantos manda más de la ciudad y…
¿las fiestas tradiocionales qué?
Esta decisión plantea serias dudas sobre el compromiso del alcalde con nuestras tradiciones y cultura.
¿Acaso el pueblo no cuenta en este juego de poder?
Con boletas por encima de los $240,000, muchos barranquilleros se verán excluidos de disfrutar el concierto de su compatriota.
¿Por qué deben las festividades populares someterse a las pretensiones de unos pocos que están más interesados en el lucro que en la celebración colectiva?
Además, la alcaldesa de Santo Tomás ha expresado su descontento, señalando que este cambio perjudica sus propias festividades. La situación se ha convertido en un verdadero “arroz con mango”, generando confusión y frustración entre quienes solo quieren celebrar la cultura y las tradiciones que nos definen.
Como bien diría Irene Martínez: “¡Cástigalo tamborero y dale mondaca, que yo contigo es que quiero!” y se quiere que se respeten las fechas por tradición.
Es hora de que nuestras voces se escuchen y que la cultura no sea sacrificada en el altar del negocio.