Barranquilla atraviesa una situación preocupante en varios de sus sectores más transitados debido a la falta de iluminación pública y el deterioro de sus vías.
Por David Awad V.
Estos problemas no solo generan molestias, sino que han incrementado considerablemente los riesgos para la seguridad de los ciudadanos, tanto en términos de accidentalidad como de seguridad personal.
Uno de los puntos más críticos es la carrera 38, entre las calles 82B y 85, donde desde hace más de un año el sistema de alumbrado público se encuentra fuera de servicio, a pesar de los repetidos reportes de la comunidad. Este tramo, conocido como la antigua carretera de los locos, se ha convertido en una de las principales zonas de riesgo, especialmente durante la noche.
La falta de luz ha provocado no solo accidentes de tránsito, sino también ha incrementado los riesgos de atracos, exponiendo a conductores y peatones a situaciones de peligro.
A este problema se suma otro tramo igualmente peligroso: la Circunvalar, desde la Alameda hasta la carrera 38. Este sector también se encuentra sin iluminación, lo que dificulta la circulación nocturna y aumenta la posibilidad de accidentes.
La escasa visibilidad, sumada al tránsito vehicular intenso, crea un ambiente propenso para incidentes viales que podrían evitarse si el servicio de alumbrado fuera restablecido.
En otro sector de la ciudad, el puente peatonal del barrio La Pradera, recientemente inaugurado, desde el pasado mes de octubre ha sufrido un robo de cables que ha dejado la estructura completamente oscura. Este hecho no solo ha afectado la seguridad del puente, sino que también ha convertido a quienes lo utilizan, especialmente en la noche, en blanco fácil para la delincuencia.
El riesgo de caídas o accidentes aumenta, y lo que antes era una obra pensada para facilitar el paso peatonal, hoy se ha convertido en un punto de peligro para los habitantes de la zona.
La situación se agrava en muchos otros sectores de la ciudad, como el que va desde La Ventana al Mundo hasta la nevada de Coochofal, donde el “huequerío” o cráteres en la calzada son una constante preocupación. Estos baches, que afectan ambos sentidos de la vía, se han convertido en trampas para los conductores.
La falta de mantenimiento y reparación de las calles aumenta la posibilidad de accidentes y daños a los vehículos, generando un riesgo constante para quienes transitan por ahí.
La comunidad, que a diario enfrenta estos peligros, pide a las autoridades y a las empresas encargadas del servicio de alumbrado público y el mantenimiento vial que tomen acciones urgentes para solucionar estas problemáticas.
El restablecimiento de la iluminación en los puntos mencionados y la reparación de las vías no solo son necesidades básicas de los barranquilleros, sino que también son una obligación para garantizar la seguridad y bienestar de todos los ciudadanos.