El aroma a fritos que cada noche llenaba las calles del barrio Villa Clara, en Baranoa, se mezcló esta vez con el miedo y la tristeza.
Miguel Osorio Navarro, un hombre querido por todos por su sonrisa y su carrito de chuzos y empanadas, fue asesinado a sangre fría mientras trabajaba frente a su puesto habitual.
Según testigos, dos sicarios que se movilizaban en una motocicleta Boxer negra se acercaron hasta su puesto y le dispararon cinco veces sin mediar palabra, dejándolo tendido sobre el pavimento.
Los asesinos huyeron por la vía que conduce a Polonuevo, mientras vecinos intentaban auxiliar a la víctima.


La Policía del Atlántico llegó al sitio minutos después y activó un plan candado para dar con los responsables, pero hasta el momento no hay capturas.
El crimen de Miguel —un vendedor de fritos muy conocido en el sector— ha causado indignación y dolor entre los habitantes de Villa Clara, quienes lo describen como “un hombre bueno, trabajador, que no se metía con nadie”.
“Miguel era de los que alegraba la cuadra con su música y su venta de chuzos. Verlo caer así es demasiado doloroso”, contó un vecino.



Este nuevo hecho de sangre prende las alarmas de seguridad en el municipio, justo después de que la Defensoría del Pueblo advirtiera sobre la presencia de carteles extranjeros —como el de Sinaloa— en el Atlántico, aliados con bandas locales como Los Costeños y Los Pepes, que estarían disputándose el control del microtráfico y las rentas criminales.
Baranoa, que hasta hace poco se enorgullecía de su ambiente tranquilo, vuelve a sentir el peso del miedo.
Mientras las autoridades avanzan en las investigaciones, los vecinos solo esperan justicia:
“Que no quede impune. Miguel no merecía morir así”, repiten entre lágrimas.







