El presidente de Fenalco, Jaime Alberto Cabal, lanzó duras críticas al ministro del Interior, Armando Benedetti, luego de que este propusiera elevar el salario mínimo para 2026 hasta los $1,8 millones, una cifra que supera por amplio margen las proyecciones económicas del Gobierno y el Banco de la República.
Cabal calificó la propuesta de Benedetti como “populismo barato” y un “verdadero sinsentido”, al advertir que un incremento de esa magnitud podría empujar al país a una hiperinflación, similar a la que vivieron países como Venezuela.
“Al ministro le vendrían bien unas clases de introducción a la economía, para comprender que el primer paso para embarcar a un país en una hiperinflación es subir alocadamente los salarios para congraciarse con el pueblo”, dijo Cabal.
“Pan de hoy, hambre para mañana”
El dirigente gremial fue aún más lejos al señalar que una subida del 26,4 % sería “pan de hoy y hambre para mañana”, pues generaría más desempleo y desincentivaría la contratación formal.

Según Fenalco, la propuesta “echa al traste la mesa de concertación laboral”, el espacio donde Gobierno, empresarios y sindicatos deben discutir técnica y responsablemente el aumento del salario mínimo.
“Benedetti demuestra una vez más el desprecio de este Gobierno por los canales de diálogo y concertación con el sector privado”, agregó el presidente del gremio de los comerciantes.
“Colombia debe mirarse en el espejo de Venezuela”
Cabal también advirtió que el país debe aprender de las consecuencias de los aumentos desbordados del salario mínimo:
“Chávez y Maduro llevaron a Venezuela a la ruina por los efectos inflacionarios de sus medidas demagógicas. Pretender subir el salario a $1,8 millones es una muestra clara de irresponsabilidad”, aseguró.
Finalmente, el líder gremial lanzó una pulla directa al ministro de Trabajo, Antonio Sanguino, al afirmar que “el más preocupado con lo dicho por Benedetti debe ser él, pues una vez más se sepulta la mesa de concertación laboral para este año”.
Con esta declaración, Fenalco marca distancia del discurso económico del Gobierno Petro, y deja en evidencia la creciente tensión entre el sector privado y la Casa de Nariño frente a las políticas laborales y salariales del Ejecutivo.







