Los bombardeos estadounidenses en el mar Caribe, que completan 50 días de operaciones y 32 muertos, han encendido las alarmas en Washington, donde legisladores demócratas y republicanos cuestionan su legalidad y justificación.
Desde el primer ataque anunciado por Donald Trump el 2 de septiembre, Estados Unidos ha desplegado ocho buques de guerra, un submarino nuclear y aviones F-35 en la zona. El expresidente asegura que las operaciones buscan combatir el narcotráfico, aunque congresistas afirman que no existen pruebas que vinculen a Venezuela con el tráfico de fentanilo.
El senador Rand Paul advirtió que “no se puede matar indiscriminadamente” y comparó los ataques con “volar botes cerca de Miami”. Mientras tanto, el congresista Adam Smith exigió explicaciones a la Casa Blanca y transparencia sobre las órdenes y los objetivos de la ofensiva.
Trump, por su parte, ha defendido los bombardeos alegando que han “salvado más de 100.000 vidas estadounidenses”, pese a las denuncias de violaciones al derecho internacional y al creciente temor de una escalada militar contra Venezuela.