sábado, octubre 18, 2025

Por qué el cerebro recuerda más el dolor que los elogios: la ciencia detrás del “sesgo de negatividad”

El cerebro humano está diseñado para priorizar los recuerdos negativos.

Según investigaciones en neurociencia, esta tendencia —conocida como sesgo de negatividad— tiene raíces evolutivas: ayudó a nuestros antepasados a detectar y reaccionar ante amenazas con mayor rapidez, aumentando sus probabilidades de supervivencia.

La amígdala cerebral, estructura clave en el procesamiento de las emociones, se activa con gran intensidad ante experiencias dolorosas o peligrosas. Esta reacción envía señales al hipocampo, la región encargada de almacenar los recuerdos, asegurando que los eventos negativos queden grabados con más fuerza y detalle. En contraste, los estímulos positivos, como los elogios o los momentos de felicidad, generan una respuesta más débil, por lo que tienden a desvanecerse con el tiempo.

“Un solo evento negativo puede tener más impacto emocional que varios positivos”, señalan estudios como el de Baumeister y colegas (2001). Este desequilibrio natural, aunque útil en entornos de riesgo, puede contribuir en la vida moderna a la ansiedad, la rumiación mental y la autocrítica excesiva.

Sin embargo, el cerebro no está condenado a enfocarse en lo negativo. Gracias a la neuroplasticidad —la capacidad del sistema nervioso para modificarse con la experiencia—, es posible reentrenar la mente para conservar y reforzar los recuerdos positivos. Prácticas como el diario de gratitud, la meditación y la atención plena (mindfulness) ayudan a fortalecer los circuitos neuronales asociados al bienestar emocional y la resiliencia.

“Al enfocar la atención en los pequeños momentos de gratitud y calma, el cerebro aprende a percibir y almacenar más experiencias positivas”, explica la Cleveland Clinic (2023).

El desafío, entonces, no es eliminar las emociones negativas —que cumplen una función adaptativa—, sino lograr un equilibrio que permita apreciar lo bueno con la misma intensidad con la que el cerebro recuerda el dolor.

Fuentes: Baumeister et al. (2001); Cleveland Clinic (2023); Psychology Today (2023).

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