Ocurrió en la calle 77 con carrera 9C1 de Barranquilla.
Eran las 4 de la tarde y el calor apretaba como siempre en el barrio Evaristo Sourdis. Doña Mercedes Zambrano Gutiérrez, de 82 años, hacía lo que acostumbraba: sentarse en la terraza de su casa, ver pasar la vida, saludar a los vecinos. No molestaba a nadie. Era de esas presencias tranquilas que ya son parte del paisaje barrial.
Pero ayer, la violencia le arrebató su último atardecer.
Según relataron testigos a las autoridades, dos hombres en moto perseguían a otros dos que acababan de salir de una olla de vicio conocida como ‘La Caleta de Olga’, un punto caliente en el suroccidente de la ciudad. En plena persecución, sin importar a quién pudieran herir, los de la moto abrieron fuego. No le dieron a sus objetivos, pero sí alcanzaron con dos balas a quien no tenía vela en ese entierro.
Doña Mercedes recibió un disparo en la región cervical y otro en la mano derecha. La trasladaron de urgencia primero al Camino El Bosque, luego al Adelita de Char. Nada pudieron hacer. Su cuerpo no resistió.
Era una víctima más de una guerra que no pidió, de un plomo sin dirección, de un territorio donde la vida inocente se pierde por estar en el lugar y la hora equivocada.
Ahora, el vecindario llora su partida. Unidades de la Sijín ya trabajan para dar con los responsables del crimen, pero las preguntas quedan flotando en el aire caliente de la tarde: ¿hasta cuándo las balas seguirán silenciando vidas que nada tienen que ver con el conflicto? ¿Cuántas doñas Mercedes más vamos a perder antes de recuperar la paz en los barrios?