Panorama juridico

Por Jairo Franco Salas.
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El desarrollo cada vez más vertiginoso de la tecnología aplicada en los medios de comunicación social, especialmente en la modalidad de las redes sociales, se constituye hoy por hoy, en motor de avance, pero al mismo tiempo en factor perturbador por la avalancha de desinformación.

Cómo se podrá recordar, anteriormente el acontecer político, cultural, económico y social de cualquier ente territorial, tenía como escenario para su tratamiento, los medios de comunicación tradicional o convencionales.

En cada uno de ellos, el Periodista para aperturar una noticia requeria por obligación contar con una fuente fidedigna para dar fe del texto a emitir.

En un supuesto y eventual caso de reclamo o rectificación, la persona afectada acudía al medio, para que el Comunicador actuara de inmediato y en tal sentido se ventilara la solución al impase en mención. Pero desafortunadamente con la operatividad de las famosas redes sociales, cualquier ciudadano sin necesidad que sea periodista, toma fotos, elabora contenidos de diversas temática y de inmediato lo eleva a las plataformas digitales existentes.

Ésta información procedente de la red social, puede ser beneficiosa y de gran utilidad para la comunidad, sin embargo también puede ocurrir que sea destructiva y perturbadora para el tejido social .

En éste andamiaje de la información, ocurre con mucha frecuencia que determinadas personas que utilizan las redes se ocultan bajo el anonimato de perfiles falsos, difíciles de identificar.

Éstos falsos perfiles pueden con facilidad y destreza calumniar, injuriar, amenazar, desinformar, extorsionar o
atacar con palabras soeces y vulgares a cualquier miembro o estamento, funcionario o gobierno y desestabilizar el orden social .

y lo más preocupante, es que no hay ley o mecanismo que regule la operatividad y funcionamiento de éstas acciones desmedidas desde las redes sociales.