jueves, agosto 28, 2025

Los tenderos del país: entre rejas, miedo y sobrevivencia por flagelo de la extorsión

Mientras Colombia se prepara para celebrar el Día Nacional del Tendero este domingo 31 de agosto, miles de estos pequeños comerciantes no tienen mucho que festejar.

Extorsiones, robos y amenazas los han obligado a refugiarse detrás de rejas, convirtiendo sus tiendas en trincheras de resistencia ante una delincuencia que no da tregua.

Así lo advirtió la Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco), que este año lanza una alerta en vez de una felicitación. Para su presidente, Jaime Alberto Cabal, la situación de inseguridad ha tocado fondo:

“Los tenderos están siendo asfixiados por el crimen. El atraco a mano armada, el boleteo y las extorsiones son pan de cada día. Muchos trabajan con miedo y bajo amenaza constante”.

Con más de 450.000 tiendas de barrio en el país, este sector representa mucho más que economía: es tejido social, empleo comunitario y subsistencia para miles de familias. Más del 50 % de estos negocios son atendidos por mujeres, muchas de ellas madres cabeza de hogar que hoy viven bajo el yugo de la intimidación.

La tormenta perfecta para los negocios de barrio

A la inseguridad se suma un contexto económico adverso. Las ventas han mostrado un crecimiento casi nulo desde 2022. Además, los nuevos impuestos a productos como bebidas azucaradas y alimentos ultraprocesados, según Fenalco, han golpeado directamente las finanzas de los tenderos.

La inflación en los alimentos, por su parte, ha reducido el poder adquisitivo de su principal clientela: los hogares de bajos ingresos, que cada vez deben hacer más con menos.

Pese al mito de que las grandes cadenas de descuento están arrasando con los tenderos, un estudio reciente del Banco de la República reveló que estos nuevos formatos han tenido un impacto más positivo que negativo en los municipios intermedios. El problema no es la competencia, señala el gremio, sino la inseguridad y el difícil entorno económico.

Fenalco hizo un llamado urgente al Gobierno Nacional para que se enfrente con decisión este flagelo. No se trata solo de proteger negocios, sino de defender la dignidad y el sustento de miles de colombianos que, desde la esquina de sus barrios, aún luchan por sobrevivir.

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