En medio del silencio veraniego de Castel Gandolfo, interrumpido solo por el murmullo de los peregrinos y las campanas del mediodía, el Papa León XIV lanzó este domingo un nuevo y enérgico mensaje: que las negociaciones de paz en curso logren finalmente silenciar las armas y abrir caminos de reconciliación.
El pontífice, que se encuentra en un periodo de descanso en la residencia papal a las afueras de Roma, pronunció sus palabras tras el rezo del ángelus, rodeado de fieles que lo escuchaban con atención. “Recemos para que tengan buen éxito los esfuerzos por hacer cesar las guerras y promover la paz, a fin de que en las negociaciones se ponga siempre en primer lugar el bien común de los pueblos”, expresó con tono sereno, pero cargado de urgencia moral.
No es la primera vez que León XIV pone el tema sobre la mesa. El pasado miércoles, antes de la esperada reunión entre Donald Trump y Vladímir Putin en Alaska, ya había insistido en que el único camino viable es el diálogo y la diplomacia, rechazando de manera tajante la violencia. Incluso llegó a pedir un “alto al fuego” inmediato en Ucrania.
El Papa no esquivó tampoco la actualidad más dolorosa: al ser consultado por la prensa, mostró su profunda preocupación por Gaza, denunciando la deportación de civiles y pidiendo atención urgente a la crisis humanitaria que allí se vive.
Tras la plegaria dominical, el pontífice cambió de escenario y de tono: se dirigió al ‘Borgo Laudato si’, un espacio de jardines convertido por el Vaticano en símbolo de biodiversidad y cuidado de la creación, donde compartió un almuerzo sencillo con un centenar de personas necesitadas. Un gesto que, como suele hacer, buscó traducir en hechos concretos el mensaje que predica.
Desde Castel Gandolfo, León XIV recordó que la paz no se decreta: se construye con voluntad política, justicia social y la fuerza inquebrantable de la esperanza.