lunes, agosto 4, 2025

Mortandad de peces en la Laguna de Luruaco: pescadores claman por ayuda urgente y cuestionan estigmas sobre la mojarra dorada

Un panorama desolador tiene en alerta a los pescadores de la Laguna de Luruaco. Desde hace dos días, la superficie del cuerpo de agua está cubierta por decenas de peces muertos, entre ellos adultos y alevinos de mojarra dorada, una especie que ha sido fuente de sustento para las comunidades locales durante décadas.

El fenómeno ha generado preocupación y desconcierto entre los habitantes, quienes, a través de la Fundación de Pescadores de Luruaco, exigen la intervención inmediata de las autoridades ambientales. “No sabemos si es por contaminación, falta de oxígeno o algo más grave. Pero los peces están muriendo y necesitamos respuestas”, dijo Humberto Currea, representante legal de la fundación y reconocido líder ambientalista.

Currea hizo un llamado urgente a la CRA, a la Gobernación del Atlántico y a la Alcaldía de Luruaco para que asuman su responsabilidad en la atención de la emergencia. “Necesitamos una investigación seria y también que se asigne mano de obra para limpiar las orillas, que están colapsadas por la basura”, advirtió.

Pero más allá de la crisis ambiental, la situación ha reabierto un viejo debate: la satanización de la mojarra dorada. Mientras algunas voces académicas la califican como una especie invasora y depredadora —lo que ha llevado a que esté prohibida su siembra y reproducción según la Resolución 048 de 2008 del Ministerio de Medio Ambiente—, los pescadores la defienden con vehemencia.

“No es cierto que sea una depredadora”, asegura Currea. “La mojarra dorada es territorial, cuida sus crías y no hemos encontrado pruebas de que se alimente de otros peces. Creemos que esa narrativa obedece más a intereses comerciales de grandes piscicultores que quieren sacarla del camino”.

La mojarra dorada llegó a Colombia desde África hace más de medio siglo y desde entonces se convirtió en protagonista de las redes y fogones de Luruaco. Su alto valor nutricional, sabor y facilidad de reproducción la han hecho pieza clave en la economía local y en la oferta gastronómica de la región.

“Si seguimos repitiendo que es una amenaza, la estamos condenando al exterminio. Y con ella, a cientos de familias que dependen de su pesca”, enfatizó Currea, quien pidió revisar urgentemente la normativa que impide su cultivo.

Lo cierto es que, en medio de la incertidumbre por la mortandad, la comunidad exige algo más que diagnósticos: acciones concretas. Porque mientras las autoridades deliberan, la laguna se vacía y el sustento de los pescadores se va flotando, inerte, entre aguas cada vez más turbias.

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