Desde una celda en la prisión de máxima seguridad de Surat Thani, en el sur de Tailandia, Daniel Sancho aún espera que su historia dé un giro. Condenado a cadena perpetua por el asesinato del cirujano colombiano Edwin Arrieta, el joven español cumple este 5 de agosto dos años tras las rejas, tiempo en el que ha transitado del escándalo mediático al silencio carcelario… y ahora, a la esperanza de una apelación.
“Espero que se haga justicia, que se llegue a la verdad. Que no se me juzgue solo por las apariencias, como pasó en la primera sentencia”, dijo Sancho, de 31 años, en declaraciones a la agencia EFE. Es la primera vez que se pronuncia públicamente desde que fue condenado el 29 de agosto de 2024 por asesinato premeditado y descuartizamiento.
Su defensa insiste en una versión distinta: que lo ocurrido fue un accidente en medio de una pelea y que Sancho actuó en defensa propia. Bajo ese argumento, presentaron en marzo un recurso que no solo pide revocar la sentencia, sino también repetir el juicio. Aseguran contar con nuevos testimonios y pruebas que no habrían sido tenidas en cuenta inicialmente.
Mientras tanto, la familia del cirujano colombiano no baja la guardia. Representados por los abogados Juan Gonzalo Ospina y Beatriz Uriarte, aseguran desde España que «no hay ninguna prueba que avale su inocencia» y que la pérdida sigue doliendo tanto como el primer día: “Dos años después seguimos sin poder descansar en paz”, expresaron.
Sancho comparte celda con otros diez presos, en un área destinada a reclusos extranjeros, lo que le ha permitido, según él, “adaptarse” mejor al encierro. Dedica su tiempo a leer, hacer ejercicio y mantener contacto semanal con sus padres mediante videollamadas. Su madre, Silvia Bronchalo, ha sido una presencia constante a lo largo del proceso; su padre, el actor Rodolfo Sancho, ha optado por la reserva.
El caso Sancho continúa dividiendo opiniones, alimentando titulares y despertando interrogantes sobre justicia, verdad y redención. Por ahora, la última palabra la tiene el tribunal que revisa su apelación. ¿Será suficiente su esperanza para reescribir el desenlace?