sábado, agosto 2, 2025

El contador que murió trabajando como domiciliario en San Felipe

Por ganarse el pan murió José Alberto Escalona Erazo. No lo mató el hambre, sino la violencia que se pasea impune por las calles de Barranquilla.

Tenía 38 años, un título de contador público expedido por la Universidad del Atlántico, y muchas de esas ganas que da la necesidad. Como a tantos en esta ciudad, el desempleo lo obligó a reinventarse: cambió los libros contables por una moto y empezó a repartir domicilios.

Este domingo, en la carrera 21 con calle 70C del barrio San Felipe, la violencia le cerró el camino. Dos hombres armados intentaron robarle mientras hacía una entrega. José Alberto, quizás por instinto o por dignidad, se opuso. Respondieron con tres disparos que lo dejaron sin vida, tirado en el pavimento con el casco aún puesto.

Un barrio indignado, una ciudad que duele

La comunidad de San Felipe no oculta la rabia ni el miedo. “Queremos presencia policial, pero no solo eso. Pedimos oportunidades, programas, prevención del delito. Esto no es solo un problema de seguridad, es también social”, dice Wilfrido Hernández, vicepresidente de la Junta de Acción Comunal.

La muerte de José Alberto no es un caso aislado. Es el reflejo de una ciudad donde el esfuerzo honesto muchas veces se paga con sangre. Donde ser pobre, joven o trabajador es un riesgo latente.

¿Y la justicia?

El clamor ahora es uno: que capturen a los asesinos. Que no pase como tantas veces, donde el dolor se archiva y el crimen se esfuma. Que el nombre de José Alberto no se sume al de tantos otros que murieron por nada mientras hacían todo por sobrevivir.

En Barranquilla, hoy el silencio no basta. Se necesita justicia. Y, más que eso, se necesita un compromiso real con la vida. Porque ningún título universitario, ningún esfuerzo, debería terminar así.

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