La tranquilidad de la madrugada se vio interrumpida bruscamente en el conjunto residencial Flores del Recreo cuando, alrededor de las 4:10 a.m., un incendio estalló en el sótano de los parqueaderos de la torre A. Magda Macías, administradora del conjunto y también residente, relató con pesar cómo en cuestión de minutos el fuego y el humo tóxico se apoderaron del edificio, sembrando caos y dejando una estela de dolor.
“El humo que salía del parqueadero era tan fuerte y venenoso que se metió rápidamente por las escaleras y ascensores. Fue un infierno para salir”, narró Macías, mientras explicaba cómo la evacuación se convirtió en una carrera contra el tiempo y contra el aire envenenado.

Tres vidas se apagaron esa noche. Dos de ellas pertenecían a vecinos del conjunto. Wilson, un hombre de 58 años, murió intentando escapar por una ventana atado con sábanas, desesperado por salir de ese infierno gris. Giovanna, una residente desde la construcción del edificio, no logró salir de la torre A y falleció atrapada en medio de la confusión. La tercera víctima era un visitante, una tragedia que enluta a toda la comunidad.
En total, unas 30 personas resultaron heridas. Entre ellas, 13 y 15 permanecen hospitalizadas en la Clínica San Vicente, con quemaduras y problemas pulmonares, mientras sus familias aguardan noticias con incertidumbre.

Los daños materiales son severos. El fuego afectó principalmente el sótano y los parqueaderos, dañando acometidas eléctricas y de agua, y dejando a la mayoría de las torres sin servicios básicos. A pesar de que un informe preliminar indica que la estructura principal no presentó daños graves, la situación impide por ahora que los residentes vuelvan a sus hogares.
“Solo unas pocas familias en una torre menos afectada permanecen aquí, las demás están con familiares o en hoteles”, comentó Macías, quien también destacó que hoy comenzarán las jornadas de limpieza y la organización para que los habitantes puedan retirar sus pertenencias de forma segura.

Este incendio no solo destruyó propiedades, también alteró vidas y dejó en evidencia la fragilidad ante emergencias de este conjunto residencial. La comunidad ahora enfrenta el desafío de reconstruir, sanar y esperar respuestas claras sobre las causas y la magnitud final del daño.