Por David Awad Virviescas
En el corazón del centro de Barranquilla, en la esquina de la calle 36 con carrera 37, funcionó durante décadas una de las empresas pioneras en publicidad luminosa del país: Avisos Neón Carlosa, fundada por el visionario Carlos Carvajalino, oriundo de Ocaña, Norte de Santander.
Don Carlos, como se le conocía cariñosamente, aprendió el oficio de fabricar avisos de neón por correspondencia, un método autodidacta que revela su determinación y espíritu emprendedor. Con esfuerzo personal y gran perseverancia, comenzó ofreciendo sus servicios negocio por negocio, introduciendo un tipo de publicidad que entonces era totalmente novedoso. Así nació lo que sería la primera empresa de avisos luminosos en Barranquilla y una de las pioneras en Colombia.
La empresa fue protagonista en el desarrollo visual de la ciudad. Avisos emblemáticos como los de Cerveza Germania, EMIDELA, General Electric, Phillips (Almacén Murcia), Talectro, Pielroja, el Edificio Gómez Plata (OK), el popular Merendero “Donde canta la rana”, Casa Vargas y Marilú, entre muchos otros, fueron fabricados e instalados por esta firma que marcó un hito en la estética urbana de La Arenosa.
Carlos Carvajalino no solo fue empresario, también fue un hombre de ideas progresistas y convicciones sociales. Junto a amigos cercanos, impulsó causas liberales y sociales, que llevaron incluso a la elección de Delascar Juvinao al Concejo de Barranquilla. Como miembro activo del Partido Liberal, Carvajalino fue también presidente durante años de la Federación de Trabajadores del Atlántico (Fedetral), compartiendo espacios con líderes como el presidente Alberto Lleras Camargo y Carlos Martín Leyes. Fue presidente de la Colonia Ocañera con sede en la capital del Atlántico.
Su empresa fue más que un taller: fue escuela, familia y hogar para muchos trabajadores que hoy lo recuerdan con cariño. Figuras como Gregory Castro, Lucho Ruiz, Joaquín Ribón, Edgar “Condorito” Caicedo, Misael, Ricardo, Jorge (el chófer), Johnny, Etiel López (el vidriero) y Taylor (el pintor), fueron parte de un equipo que durante más de dos décadas contribuyó al esplendor visual de la ciudad.
Tras su fallecimiento en 1995, la memoria de Carlos Carvajalino vive en sus obras, en el afecto de quienes lo conocieron y en el legado que dejó a la publicidad y a la historia de Barranquilla. Su esposa Aminta, sus colaboradores Alfonso, Dilia, Sonia, (hijos) y demás compañeros, han sido recordados por generaciones de trabajadores como pilares humanos de esta empresa.
Hoy, hablar de Avisos Neón Carlosa es hablar de historia viva, de arte urbano, de lucha social y de un ejemplo de cómo con trabajo, visión y humanidad, se puede iluminar una ciudad.