En un mismo fin de semana, Guarumo buscó incidir en la opinión pública desde dos frentes: un informe digital con métricas de redes y Google, seguido de una encuesta tradicional. Todos con notables errores en técnica y coherencia.
1. Social media sin pulso real
- Varios perfiles mantuvieron el mismo número de seguidores sin movimiento, cifra prácticamente imposible.
- Se presentaron totales absolutos de interacciones, sin mostrar promedios por publicación ni la relación con el número de seguidores.
- No definieron qué entendían por “viral” o “tendencia”, y ni siquiera midieron compartidos.
2. Pauta política sesgada
- La lista de los 74 “principales pautadores” en Meta excluye decenas de cuentas con inversión mayor según la biblioteca de anuncios.
- No se incluyó a ciertos precandidatos de perfil visible, a pesar de que han invertido activamente en publicidad digital.
3. Encuesta tradicional floja
- Muestra demasiado pequeña: con confianza del 95% y error de 2.2%, usar solo 16 encuestados en municipios de 600 habitantes es estadísticamente irrelevante.
- Se mencionan 74 precandidatos sin que la Registraduría tenga ni 40 inscritos formalmente. Ni aparece Juan Carlos Pinzón, aunque es visible en redes y medios.
- Datos contradictorios: mientras el 50.3 % desaprueba a Petro y el 53.8 % rechaza su constituyente, se afirma que él ganaría una reelección frente a figuras como Uribe o Santos.










Dos estudios, una agenda. Lo que se avala como “análisis digital y encuesta tradicional” resulta una mezcla de datos inflados, selección arbitraria de competidores y muestras inapropiadas. En política, los números importan, pero aún más cómo se obtienen. Guarumo quedó expuesto: sin transparencia en metodología, sus conclusiones pierden credibilidad.