El reloj marcaba las 3 de la tarde del jueves cuando el sonido de siete disparos rompió la rutina en el barrio Rebolo, al suroriente de Barranquilla. En la carrera 33 con calle 21, un hombre fue asesinado con frialdad en la entrada de su propia casa, mientras su verdugo desaparecía entre las calles del sector.
La víctima fue identificada como Mario Junior Ibáñez Díaz, un hombre de 32 años con amplio prontuario judicial, señalado por las autoridades como presunto integrante del grupo criminal ‘Los Pepes’, organización que libra una sangrienta guerra por el control del microtráfico contra ‘Los Costeños’.
Según versiones preliminares, el asesino llegó caminando, vestido con pantalón azul, camisa negra con blanca y tenis, y tocó la puerta de Mario. Lo llamó por su nombre. Le dijo que traía una “entrega”. Sin sospechar lo que estaba por ocurrir, Mario salió a la calle. Ahí mismo, el atacante sacó un arma de fuego y le disparó en siete ocasiones.
Un nombre marcado por la violencia
Ibáñez Díaz no era ajeno al radar de las autoridades. En su historial figuraban cinco anotaciones por lesiones personales, cuatro por porte ilegal de armas, además de registros por violencia intrafamiliar y tráfico de estupefacientes.
Aunque el sicario huyó rápidamente, se presume que sería integrante de ‘Los Costeños’, en lo que se considera un nuevo capítulo de la disputa criminal que azota a la capital del Atlántico y su área metropolitana.
Barranquilla, campo de batalla invisible
El crimen, que se suma a una serie de homicidios con sello de ajuste de cuentas, refuerza los temores de la ciudadanía frente a una guerra silenciosa y sin tregua entre estructuras del crimen organizado, donde las vendettas se ejecutan a plena luz del día y sin importar el lugar.
La Policía investiga el hecho mientras se incrementan los patrullajes en Rebolo, un barrio históricamente golpeado por la violencia urbana.