La salida de Carlos Rosero, actual ministro de Igualdad, parece inminente. Según confirmaron fuentes de alto nivel a este medio, el presidente Gustavo Petro ya está en la búsqueda de su reemplazo, en medio de un clima de desconfianza creciente hacia la vicepresidenta Francia Márquez, y por los recientes escándalos que involucran a figuras cercanas al excanciller Álvaro Leyva.
Rosero, un líder afro con trayectoria en temas sociales, lleva poco más de cuatro meses en el cargo, pero su permanencia está en entredicho debido a múltiples factores: tensiones con el Palacio de Nariño, críticas internas en el Pacto Histórico, supuestos vínculos de su equipo con Leyva y una gestión marcada por suspicacias políticas y falta de alineación con la línea directa de Petro.
El quiebre con Francia Márquez y el caso Leyva

El punto de quiebre tiene nombre propio: los audios revelados por el diario El País de España en los que el exministro Álvaro Leyva afirma que “Francia está jugada” en un presunto plan para “tumbar” al presidente. Aunque Márquez ha negado cualquier participación en un complot, no emitió una desmentida pública contundente, como sí se le solicitó desde la Casa de Nariño.
Aquí entra Rosero. Según una fuente de Presidencia, Petro le encomendó al ministro la tarea de hablar con Márquez para que negara cualquier relación con ese supuesto plan antes de que se filtraran los audios. Rosero no lo hizo, y eso, según esa misma fuente, marcó un punto de no retorno. “La única tarea que tenía Rosero era decirle a Francia que saliera a desmentir cualquier nexo con un golpe de Estado. No lo hizo”, afirma.
Desde entonces, la vicepresidenta no ha asistido a los Consejos de Ministros, y varios funcionarios cercanos a ella han sido removidos del Ministerio de Igualdad en lo que algunos han calificado como una purga silenciosa. Más de 30 salidas se han producido desde que Rosero asumió el cargo.
Los vínculos con Leyva y la alerta de Palacio
A las tensiones con Francia se suma otra razón poderosa para la caída de Rosero: las sospechas de que en su equipo hay alfiles de Leyva, figura caída en desgracia en el círculo presidencial.
Una de ellas es Lida Magali Rodríguez Gutiérrez, secretaria general del Ministerio, quien trabajó en la Cancillería durante la gestión de Leyva y fue vinculada a un escándalo por el supuesto direccionamiento de la licitación de pasaportes. Hoy, es una de las personas de mayor confianza de Rosero. En Palacio, ese vínculo genera rechazo. “La orden que nos dio el presidente fue clara: ningún funcionario con pasado en el círculo de Leyva debe seguir en el Gobierno”, dicen desde adentro.
A esto se suman las profundas diferencias internas dentro del propio Ministerio de Igualdad: al menos dos viceministros —miembros del Pacto Histórico— han manifestado su oposición a las decisiones de Rosero y a su equipo. Incluso, la figura de Angie Lizeth Rodríguez, directora del Dapre, también está siendo cuestionada, mientras el controvertido Alfredo Saade gana terreno como nuevo jefe de despacho presidencial.
Rosero busca oxígeno… y respuestas
Sabiendo que su margen político es cada vez más reducido, Rosero ha intentado acercarse nuevamente al presidente. Según conoció este medio, pidió una reunión urgente para informarle sobre versiones no confirmadas de un posible vínculo entre estructuras criminales y el atentado contra Miguel Uribe Turbay. No está claro si fue escuchado.
En paralelo, la imagen del Ministerio de Igualdad sigue siendo objeto de controversia, tanto por su ejecución presupuestal como por las denuncias sobre manejo irregular de contratos logísticos, que involucran a figuras de su entorno.
¿Qué viene?
El nombre de su sucesor aún no ha sido revelado, pero fuentes cercanas al Palacio aseguran que la decisión sobre su salida ya está tomada. El presidente Petro, presionado por mantener el control de un gobierno fragmentado en la recta final de su mandato, apuesta por reconfigurar su gabinete con perfiles más alineados a su visión directa y leales sin interferencias políticas externas.
Lo que es claro es que el Ministerio de Igualdad se ha convertido en un epicentro de la disputa por el poder dentro del Gobierno, y la salida de Rosero puede ser apenas el primer movimiento de una serie de cambios más profundos.