En pleno corazón de la ciudad, donde el comercio, la historia y el turismo se cruzan a diario, los samarios caminan esquivando aguas residuales que brotan de las alcantarillas. El panorama se repite en sectores como la calle 22 entre carreras Primera y Cuarta, la calle 23 con carrera Primera, el Mercado Público y Pescaito, donde el rebosamiento del sistema de alcantarillado se ha convertido en un enemigo silencioso que amenaza la salud y el medio ambiente.
La Administración Distrital, tras una inspección liderada junto a funcionarios del DADSA y otras dependencias, identificó el corazón del problema: la EBAR Norte (Estación de Bombeo de Aguas Residuales), que opera con apenas una bomba activa de cuatro. El resto está fuera de servicio, y en las últimas horas otra más presentó fallas, lo que agravó la situación en los puntos críticos.
Mientras tanto, la Empresa de Servicios Públicos de Santa Marta – Essmar, actualmente intervenida por la Superintendencia de Servicios Públicos desde noviembre de 2021, enfrenta procesos sancionatorios iniciados por el DADSA. Sin embargo, las autoridades aclaran que las multas no son el objetivo final.
“Lo que buscamos es que la Essmar active planes de contingencia reales, con mantenimientos y acciones preventivas. Esto no se trata solo de sancionar, sino de proteger la salud de los samarios”, señaló el DADSA.
Como respuesta inmediata, se iniciaron obras para interconectar colectores y reducir los vertimientos. A mediano plazo, el distrito gestionó ante el Gobierno nacional una inversión superior a los $33.000 millones para la restauración integral de la EBAR Norte.
“Ya vienen en camino nuevas bombas. Además, se está construyendo un manifold provisional que estará listo antes del cierre de la celebración de los 500 años. Luego vendrá el definitivo”, afirmó Luis Felipe Gutiérrez, gerente de Infraestructura de Santa Marta.
La administración de Carlos Pinedo Cuello insiste en que el compromiso con el saneamiento básico es prioridad del Plan de Desarrollo ‘Santa Marta 500 Más’, y que trabajan para que el rebosamiento de aguas negras deje de ser una postal común en la ciudad.
Por ahora, los ciudadanos siguen lidiando con malos olores, calles inundadas y un servicio esencial en crisis, esperando que esta vez las soluciones no se queden en promesas.