Setenta y un años de televisión en Colombia: de El niño del pantano al streaming nacional
Desde su primera emisión el 13 de junio de 1954, la televisión colombiana ha recorrido un camino de siete décadas en las que se convirtió en espejo, narradora y protagonista de la vida del país. Esta es su historia, década a década.

1954: El nacimiento de la televisión colombiana
El 13 de junio de 1954, en el primer aniversario del gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla, Colombia encendió oficialmente su señal de televisión. Fue una transmisión histórica desde el Palacio de San Carlos en Bogotá, con equipos alemanes y estadounidenses, y el apoyo técnico de expertos cubanos.
La emisión comenzó a las 7:00 p.m. con el himno nacional, seguido por un discurso presidencial y programas musicales y humorísticos. Ese mismo día, se transmitió El niño del pantano, primera obra de ficción televisiva colombiana, dirigida por Bernardo Romero Lozano, marcando el nacimiento del teleteatro en el país.
Un año después, en 1955, comenzó a emitirse El Minuto de Dios, que se convirtió en el programa más longevo de la televisión nacional.
1950s-1960s: El tiempo del teleteatro y los pioneros
Durante estos años, la televisión fue principalmente en blanco y negro y se caracterizó por una programación educativa, cultural y musical. Se adaptaban obras de teatro para la pantalla chica, y se comenzaron a formar los primeros actores y técnicos de la televisión, muchos provenientes del radioteatro. El japonés Seki Sano ofreció formación actoral con respaldo del gobierno.
A finales de los 60, en 1969, Colombia retransmitió la llegada del hombre a la luna gracias a una alianza entre RTI, la Universidad Nacional y la Televisora Nacional. Ese mismo año nació El show de las estrellas, con Jorge Barón, aún vigente.

1970s: Educación, humor y el inicio del color
En 1970 se creó el Canal 11, hoy Señal Colombia, como canal educativo. Desde el auditorio de Inravisión —institución creada en 1964— se emitían programas de alfabetización y formación básica.
En esta época se consolidaron producciones clave como la comedia Yo y Tú (1956-1976), dirigida por Alicia del Carpio, y el noticiero de investigación Enviado Especial de Germán Castro Caycedo, lanzado en 1976.
En 1972 apareció Campeones de la risa, que más adelante se transformó en el icónico Sábados felices (1976), uno de los programas humorísticos más duraderos del país.
En 1979 se realizó la primera transmisión a color, desde el Palacio de Nariño. El presidente Julio César Turbay fue el primero en dirigirse al país en esta nueva tecnología.

1980s: Regionalización, sátira e identidad
En los 80 se expandió la televisión con la creación de canales regionales, respondiendo a la necesidad de reflejar las realidades locales:
- Teleantioquia (1985)
- Telecaribe (1986)
- Telepacífico (1988)
- Teveandina (1988), hoy Canal 13
- Telecafé (1992)
Se emitieron programas de concursos populares como Animalandia, El precio es correcto y Compre la orquesta, conducidos por el querido Fernando González Pacheco.
También nacieron programas de entretenimiento como Guerra de Estrellas y comedias como Don Chinche (1982-1989), dirigida por Pepe Sánchez, que marcó una identidad visual y cultural fuerte.

1990s: Auge de la ficción nacional y la crítica social
En los 90 las telenovelas y series tomaron protagonismo. Algunas de las más recordadas:
- Cuando quiero llorar no lloro (Los Victorinos, 1991)
- Café, con aroma de mujer (1994), de Fernando Gaitán
- Yo soy Betty, la fea (1999), considerada la novela más exitosa de la televisión colombiana
La crítica social se expresó en formatos como Zoociedad (1990-1993) y el Noticiero Quac (1995-1997), ambos liderados por el humorista y periodista Jaime Garzón, asesinado en 1999.
Este fue también el tiempo de crecimiento de los canales regionales y de apertura de la televisión a nuevas voces y formatos.
2000s: Reestructuración, nuevos formatos y memoria
En 2004, el Estado liquidó Inravisión y Audiovisuales, reemplazándolas por RTVC (Radio Televisión Nacional de Colombia). Este organismo asumió la administración de los medios públicos, incluyendo Señal Colombia, que desde entonces se consolidó como productora de contenido de calidad, diversidad e inclusión.
En la ficción, surgieron éxitos como Pedro el escamoso (2001), y las llamadas narconovelas comenzaron a ocupar espacios protagónicos, generando tanto audiencias masivas como debates sociales.
2010s: Convergencia digital y producción de calidad
Durante esta década, la televisión colombiana se transformó para enfrentar la llegada de internet, redes sociales y plataformas como YouTube o Netflix. A pesar de la pérdida del monopolio, la televisión nacional empezó a generar contenido competitivo.
Series como La Niña, Alias J.J., Garzón Vive o Distrito Salvaje marcaron una nueva etapa de narrativa audiovisual con enfoque social e histórico. Además, el acceso a tecnologías de producción más avanzadas permitió elevar la calidad visual y técnica.
RTVC, Señal Colombia y los canales regionales reforzaron su apuesta por el documental, la programación infantil, el cine nacional y los contenidos patrimoniales.
2020s: Streaming, memoria y reinvención
En la actualidad, la televisión enfrenta el reto del streaming y la fragmentación de audiencias. Sin embargo, sigue siendo una herramienta crucial de cohesión nacional, sobre todo en eventos políticos, deportivos y emergencias.
RTVC ha fortalecido su presencia digital, lanzando plataformas como RTVCPlay, mientras Señal Memoria conserva y difunde el archivo audiovisual más importante del país.
Los canales regionales continúan creciendo y obteniendo reconocimiento nacional e internacional, con producciones originales que reflejan la vida cotidiana, los saberes locales y las problemáticas sociales de cada región.
Una historia viva
La televisión colombiana, que comenzó con un solo canal, una señal en blanco y negro y un país expectante frente a un aparato novedoso, cumple 70 años de historia. En estas siete décadas ha sido instrumento de alfabetización, espejo cultural, vehículo de memoria, escenario de crítica y plataforma de entretenimiento.
Aunque hoy comparte espacio con otras pantallas, su capacidad de narrar el país sigue intacta. Y como aquella primera obra, El niño del pantano, la televisión continúa ayudándonos a entender el mundo desde nuestro propio reflejo.


