Mientras la ciudad enfrenta una de sus peores crisis en servicios públicos, seguridad y legitimidad institucional, el alcalde Carlos Pinedo sorprende con una declaración que raya en la desconexión: aseguró que Santa Marta está “lista para recibir” al Papa León XIV (Robert Prevost), en caso de que el Sumo Pontífice visite Colombia.
La afirmación ha generado perplejidad y molestia entre los ciudadanos.
¿Cómo hablar de estar listos para recibir una figura de talla mundial cuando la ciudad está sumida en el caos?
Las calles de Santa Marta rebosan aguas negras, muchas comunidades enfrentan interrupciones constantes en el suministro de agua potable, la inseguridad crece con alarmante rapidez –atracos a plena luz del día, asesinatos, extorsiones– y no hay un solo anuncio claro sobre planes integrales para enfrentar esta crisis urbana. Lo que sí hay es un alcalde cuya permanencia en el cargo está en entredicho, por un proceso judicial que cuestiona la legalidad de su elección.
Carlos Pinedo enfrenta una demanda de nulidad electoral por presuntas irregularidades en el proceso que lo llevó a la Alcaldía, donde incluso el reconteo de votos confirmó que otro candidato obtuvo más sufragios. Su mandato, lejos de estar blindado, pende de un hilo mientras el caso avanza hacia sentencia final en el Consejo de Estado. Intentó incluso recusar a la magistrada encargada del proceso, sin éxito.
En este contexto, ¿cómo justificar que la administración local se proclame preparada para recibir al Papa? ¿Cuál es la verdadera intención detrás de estas declaraciones? ¿Distracción mediática? ¿Un intento de desviar la atención de los graves problemas que afectan a la ciudad?
Santa Marta no necesita titulares populistas ni promesas vacías. Necesita soluciones urgentes, liderazgo legítimo y planes reales. Porque antes de pensar en recibir a una figura internacional como el Papa, la ciudad necesita ser rescatada del abandono, la improvisación y el desgobierno.
Mientras tanto, la ciudadanía se pregunta:
¿Seguirá Santa Marta gobernada por un alcalde cuya elección es cuestionada, mientras la ciudad colapsa?
¿Quién responde por la falta de agua, la basura acumulada, la violencia cotidiana y la falta de esperanza en las calles?
Hoy, más que visitas ilustres, Santa Marta necesita acciones concretas. Y un gobierno que gane no solo en el escritorio, sino en las urnas, en legitimidad y en resultados.
