Hoy, mientras atravesaba la congestionada calle 30 de Barranquilla, no pude evitar recordar una promesa que nos hicieron a los barranquilleros hace ocho años.
El 17 de enero de 2017, en un acto que muchos esperábamos con entusiasmo, las autoridades anunciaron la construcción de un tren ligero que conectaría la Intendencia Fluvial con el Aeropuerto Internacional Ernesto Cortissoz.
Con el paso del tiempo, esa promesa parecía ser la solución perfecta para descongestionar las principales vías de la ciudad, que sufren a diario de largas filas y retrasos. El tren ligero no solo iba a mejorar la movilidad urbana, sino que también tenía el potencial de transformar la manera en que nos desplazamos entre los puntos más importantes de Barranquilla.
Sin embargo, al mirar la realidad actual, la pregunta se vuelve inevitable: ¿Dónde está el Tren Ligero?
A pesar de los anuncios, de las promesas de que la obra estaba en marcha, y de la importancia que se le dio en su momento, han pasado ya ocho años sin que se vea un avance tangible. Las autoridades han mencionado en ocasiones que el proyecto sigue en pie, que se está buscando financiamiento y que los estudios técnicos continúan, pero la ciudad sigue esperando el día en que esta moderna infraestructura se haga realidad.
Para los barranquilleros, esta es una de esas promesas que, con el tiempo, parece haberse desvanecido en el aire, mientras el caos vehicular y el tráfico continúan siendo parte del paisaje diario. El Tren Ligero era visto como una solución eficiente, ecológica y rápida, pero hoy en día, muchos nos preguntamos si alguna vez llegará.
Es hora de que las autoridades, tanto locales como nacionales, den una respuesta clara sobre el futuro de este proyecto. Barranquilla necesita respuestas, y los barranquilleros merecemos saber qué está pasando con una de las obras más esperadas de los últimos años.
La historia del Tren Ligero sigue siendo un interrogante sin resolver.