El sistema respiratorio no solo nos permite inhalar aire, sino también sostener la vida al oxigenar cada célula y eliminar el dióxido de carbono.
El sistema respiratorio es uno de los pilares más importantes del cuerpo humano. Su misión va mucho más allá de “respirar”: es el mecanismo que mantiene el equilibrio entre el oxígeno que entra y el dióxido de carbono que sale, permitiendo que cada órgano funcione correctamente.
Este sistema trabaja en conjunto con el sistema cardiovascular, formando una dupla inseparable. Mientras los pulmones se encargan del intercambio gaseoso, el corazón transporta el oxígeno por todo el organismo y devuelve el CO₂ para ser eliminado.

Cómo está formado el sistema respiratorio
El recorrido del aire comienza en las fosas nasales, donde se filtra, calienta y humedece antes de seguir hacia la faringe, laringe y tráquea. Desde allí, se divide en los bronquios, que llevan el aire a los pulmones.
Cada pulmón tiene una estructura particular: el derecho posee tres lóbulos, mientras que el izquierdo tiene dos, dejando espacio al corazón. Ambos están recubiertos por las pleuras, membranas que reducen la fricción durante la respiración.
El movimiento del diafragma, un músculo ubicado debajo de los pulmones, es clave: al contraerse, permite que el aire entre (inspiración), y al relajarse, facilita su salida (espiración).
Donde ocurre la magia: los alveolos
En lo más profundo de los pulmones se encuentran los alveolos, diminutos sacos donde se realiza el intercambio de gases. Allí, el oxígeno pasa a la sangre y el dióxido de carbono es expulsado.
Los neumocitos tipo I y II y el surfactante pulmonar aseguran que los alveolos se mantengan abiertos y funcionales. A su vez, una densa red de capilares rodea estas estructuras para completar el proceso vital.
El cerebro también respira
El bulbo raquídeo, en la base del cerebro, regula de forma automática la frecuencia respiratoria. Detecta los niveles de oxígeno y dióxido de carbono en la sangre y ajusta la respiración según las necesidades del cuerpo, incluso mientras dormimos.
Cuidar el sistema que nos da vida
Entender cómo funciona este sistema es esencial para prevenir enfermedades respiratorias como el asma, la bronquitis o la EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica). Evitar el tabaquismo, mantener ambientes ventilados y realizar actividad física regularmente son medidas simples pero efectivas para conservar una buena salud pulmonar.
El aire que respiramos no solo llena los pulmones: da energía a la vida. Por eso, cuidar el sistema respiratorio es cuidar cada segundo de nuestra existencia.







