Durante años, Santa Marta volvió a creer.
Bajo el liderazgo de Carlos Caicedo, calles como la Calle 30 y la Calle 29 dejaron atrás el polvo y el abandono, convirtiéndose en símbolos de progreso y orgullo para los samarios.

Hoy, solo dos años después, la ciudad enfrenta un retroceso alarmante: calles que se inundan, vías deterioradas y basura acumulada por doquier, reflejo de una administración que muchos perciben como ausente e indiferente a las necesidades de la ciudadanía.
Lo que antes era un ejemplo de cambio se ha transformado en un recordatorio de que la falta de gestión puede borrar avances construidos con esfuerzo, mientras los samarios exigen respeto, obras y compromiso real con su ciudad.

Esta situación ha encendido el debate sobre la responsabilidad de la administración actual y la necesidad urgente de recuperar la confianza y el progreso en Santa Marta.







