La hipertensión arterial es una enfermedad crónica que puede pasar desapercibida durante años, mientras causa daño progresivo a órganos vitales como el corazón, los riñones, el cerebro y los ojos.
Se caracteriza por mantener una presión sanguínea elevada de forma constante, lo que obliga al corazón a trabajar más de lo normal.
Se considera hipertensión cuando las cifras de presión arterial son iguales o superiores a 140/90 mmHg en varias mediciones. Aunque en muchos casos no presenta síntomas, algunas personas pueden experimentar dolor de cabeza, mareo, zumbidos en los oídos, visión borrosa, dificultad para respirar o palpitaciones.

Precisamente por su naturaleza silenciosa, los médicos la denominan “el asesino silencioso”. En etapas avanzadas puede provocar infartos, accidentes cerebrovasculares o insuficiencia renal, entre otras complicaciones graves.
Los especialistas recomiendan medir la presión arterial al menos una vez al año, mantener una dieta baja en sal, evitar el tabaco y el exceso de alcohol, y realizar actividad física con regularidad. Detectarla a tiempo y adoptar hábitos saludables puede marcar la diferencia entre una vida saludable y una enfermedad que afecte de forma permanente la calidad de vida.
