En una noche de emociones contenidas y silencios elocuentes en el Pascual Guerrero, Junior de Barranquilla rozó la hazaña, pero terminó ahogado en la orilla. Ganó 1-0, igualó la serie 2-2, pero cayó en la definición por penales ante América de Cali, que se impuso 8-7 desde los doce pasos y se metió en las semifinales de la Copa Colombia.
El gol de José Enamorado a los 38 minutos revivió la esperanza rojiblanca. Fue una pincelada entre la espesura del juego, una ráfaga de inspiración que le devolvió el alma al equipo de Alfredo Arias, que había llegado a Cali con la obligación de remontar.
Sin mucho brillo, sin dominar la pelota, pero con oficio, Junior hizo su parte. Supo sufrir y se fue al descanso con la serie empatada. América, por su parte, sintió el peso de un estadio sin su gente, sancionado y mudo, como si presagiara el drama que estaba por venir.
El segundo tiempo fue más lucha que fútbol. Ninguno cedió, ninguno se atrevió del todo. La serie pedía penales, y los penales llegaron. Nueve cobros por bando, corazones al límite, respiraciones contenidas. Y al final, el grito fue escarlata.
América de Cali celebró y avanzó. Junior, una vez más, se queda corto en un torneo que parecía una buena oportunidad de título. Ahora, los de Arias tienen un solo camino para no cerrar el año con las manos vacías: la Liga.
