viernes, octubre 24, 2025

El último gol del profe Adalberto: Despedida que conmueve en las canchas de fútbol en Barranquilla

El suroccidente de la ciudad llora la partida del querido docente y formador deportivo, que murió haciendo lo que más amaba: jugar fútbol.

El profe Adalberto Barranco siempre fue sinónimo de energía, amistad y deporte. Cada domingo tenía una cita sagrada: la cancha de Cevillar, donde la vida se respiraba a ritmo de goles, risas y compañerismo. Pero este domingo fue distinto. A las 10:00 de la mañana, bajo un sol ardiente, comenzó el que sería su último partido.

Jugaba con su entusiasmo de siempre, animando a los compañeros, corrigiendo posiciones, repartiendo sonrisas. Nadie imaginaba que aquel hombre alegre, que tantas veces enseñó a otros a levantarse después de caer, partiría en la cancha, en el mismo lugar donde siempre fue feliz.

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Un maestro dentro y fuera del aula

Durante más de dos décadas, el profe Adalberto formó generaciones de estudiantes en instituciones como el Colegio Puerto Rico, Fe y Alegría y varios planteles distritales de Barranquilla.

Su legado fue mucho más que enseñar educación física: inculcó valores, disciplina y respeto. “Nos enseñó que perder un partido no era fracasar, sino una oportunidad para mejorar”, recuerda uno de sus exalumnos, conmovido.

Para sus colegas, era un referente de vocación. “Era el primero en llegar, el último en irse y el que siempre tenía una palabra de aliento”, comentó una docente de Fe y Alegría.

Un barrio que despide a su ídolo

En el suroccidente, todos lo conocían. Era el profe que saludaba a todos, el que ayudaba a organizar torneos barriales, el que motivaba a los niños a cambiar la esquina por el balón.

La noticia de su muerte corrió como pólvora y las redes sociales se llenaron de mensajes de gratitud. “El profe no murió en la cancha, vivió en ella hasta el último segundo”, escribió un amigo cercano.

Vecinos de Cevillar, exalumnos y docentes preparan un homenaje en su honor. La Alcaldía de Barranquilla también evalúa rendirle un reconocimiento póstumo por su aporte al deporte escolar y comunitario.

Un legado que no se apaga

El profe Adalberto Barranco deja una huella imborrable en el corazón de sus estudiantes, amigos y familiares. Su historia es la de un hombre que enseñó con el ejemplo, que hizo del deporte un lenguaje de amor y disciplina.

Su último partido no terminó con el silbato final. En cada cancha donde un niño corre tras un balón, seguirá viva su enseñanza: jugar limpio, reír fuerte y nunca rendirse.

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