La política nacional volvió a sacudirse con un cruce de mensajes filtrados entre el ministro del Interior, Armando Benedetti, y el ministro de Justicia, Eduardo Montealegre. Mientras el primero decidió tomar distancia del enfrentamiento, el segundo lanzó un arsenal de críticas que han encendido el debate público.
Durante una rueda de prensa, luego de reunirse con 16 exparamilitares acreditados como gestores de paz, Benedetti se limitó a responder con ironía: “Me quedo callado, yo soy estoico ahora, no me dejo llevar por las emociones”. Con esas breves palabras, el jefe de la política gubernamental intentó dar por cerrado un rifirrafe que ya venía calentando motores en los pasillos de la Casa de Nariño.
Sin embargo, mientras Benedetti apostaba por el silencio, Montealegre se encargaba de elevar el tono. En chats filtrados a medios nacionales, el ministro de Justicia lo calificó de “tibio” con la paz total y lo acusó de haber perdido interés en la ley de sometimiento, iniciativa que describió como “el Titanic de la paz”. Incluso, fue más allá: aseguró que Benedetti había filtrado audios de la polémica con Laura Sarabia y lo señaló de volver “invivible el clima laboral”.
El episodio dejó espacio para el humor político. Entre risas, la directora del Dapre, Angie Rodríguez, zanjó la discusión con un guiño: “Yo estoy con Benedetti”.
Lo cierto es que, detrás de las frases y las ironías, este pulso político expone las tensiones dentro del propio Gobierno de Gustavo Petro. Mientras Montealegre exige mayor celeridad en los proyectos de paz, Benedetti intenta mantener un perfil bajo en medio de los cuestionamientos que lo persiguen desde su paso por el Congreso.
La pregunta es inevitable: ¿será este silencio estratégico de Benedetti suficiente para contener la tormenta o es apenas la calma antes de un nuevo choque en el alto Gobierno?
