“¡Se está abriendo la tierra!”. Así gritaba una mujer en las calles polvorientas de Mene Grande, mientras el suelo vibraba con una fuerza pocas veces sentida. Un sismo de magnitud 6.2 estremeció el occidente de Venezuela en la tarde del miércoles, dejando a cientos de personas corriendo despavoridas, sin saber si volverían a ver sus casas en pie.
El epicentro fue ubicado en el estado Zulia, según reportes del Servicio Geológico Colombiano (SGC) y el Servicio Geológico de EE. UU. (USGS). La profundidad, superficial (menos de 30 km), potenció la sensación del temblor en regiones ya golpeadas por crisis económicas y sociales.
Se sintió en Caracas, Maracaibo, Valencia y zonas fronterizas de Colombia, donde algunas autoridades ordenaron evacuaciones preventivas en edificios altos por temor a réplicas.
Aunque no se han reportado víctimas ni daños estructurales graves, la angustia fue palpable. Videos en redes sociales mostraron techos sacudiéndose, paredes agrietadas y personas arrodilladas en las calles rezando.
“Creí que era el fin. El piso rugía como si viniera algo desde abajo”, contó María Fernanda Colmenares, residente del Zulia, aún temblando tras la réplica.

En las ciudades fronterizas colombianas, como Cúcuta y Maicao, también se sintió el remezón. Muchos edificios fueron evacuados y se activaron protocolos de emergencia, aunque no se reportaron afectaciones mayores.
Las autoridades venezolanas y colombianas piden mantener la calma y estar atentos a posibles réplicas, que ya se han sentido en la región.
Este sismo vuelve a encender las alarmas sobre la actividad sísmica en la Falla de Boconó, una de las más activas del norte de Sudamérica.
