Las compresas frías y calientes son herramientas simples, pero muy efectivas, para tratar molestias físicas comunes. Su correcta aplicación puede marcar la diferencia entre el alivio y el agravamiento de un malestar.

El frío es ideal para lesiones recientes, como esguinces, golpes o inflamaciones. Al reducir la circulación y contraer los vasos sanguíneos, actúa como un analgésico natural. También se recomienda en casos de dolor de cabeza, ya que disminuye la presión en la zona.

Por su parte, el calor relaja los músculos, mejora la circulación y alivia dolores crónicos o tensionales, como los provocados por la artritis, el dolor lumbar o los cólicos menstruales. También ayuda a reducir la rigidez y aporta una sensación general de bienestar.

Regla básica:

• Frío para inflamaciones o lesiones agudas.
• Calor para dolores musculares o persistentes.

Usadas correctamente, las compresas son un recurso accesible, económico y seguro que complementa el tratamiento médico y mejora tu calidad de vida.