Por Jaime Guzmán
Soy de esos vagos,
escritores no profesionales que no buscan aplausos,
ni disfrutan de recitales ni auditorios,
y mucho menos de andar declamando
por la angustiosa necesidad de complacer.
Prefiero los rincones, los bordillos de las calles,
las esquinas rotas,
la compañía de una cerveza o de un buen vino,
antes que las luces y los escenarios.
Me interesa más desahogar el alma
que engordar el bolsillo.
Lo mío no es la poesía de vitrinas ni concursos;
lo mío es poesía callejera, vagabunda, melancólica,
que se susurra entre tragos,
que se escribe entre cicatrices.
No me gusta andar por la vida proclamando que soy poeta.
En un mundo donde tantos escriben solo para publicar,
para aparecer en la prensa o en las malditas redes sociales,
como si quisieran dejar constancia
ante la sociedad que los consume por un instante,
yo escribo para nada.
Escribo porque me nace.
Porque me salva.
Porque a veces escribir
es lo único que me sostiene.
Prefiero ser un crudo soñador.
Sí, aunque sea ambiguo, aunque sea ambivalente.
Así soy yo:
una persona con altercados emocionales,
realista, pero también sentimental, intenso,
y, lo peor de todo, soñador.
¿Por qué no decirlo? Apasionado.
Apasionado de lo que beso
y de lo que declaro.
Me gusta estar con los amigos,
pero casi siempre prefiero caminar solo,
pateando piedras,
reflexionando sobre lo que fue hoy
y lo que será mañana,
con la depresión como asidua compañera
de mi agobiante desahogo.
Vivo en los ecos del tiempo que me atravesaron,
y todavía recuerdo a la mujer de mis ensueños.
Ya saben cuál es.
Mejor no mencionarla,
para que, cuando lea este poema o mi próximo libro,
sepa en silencio que es para ella.
Y los amigos…
aquellos señores amigos que un día fueron,
ellos serán quienes me recuerden
cuando ya no exista.
En esta sociedad
donde la trivialidad se disfraza de profundidad,
y lo profundo se entierra en un tercer plano, casi en el olvido,
prefiero escribir así, a mi manera.
Por eso, sin remordimientos,
me marcho a la nación del olvido,
donde lo que no importa para el mundo,
importa solamente a mi existencia.
