La noche en el barrio Manuela Beltrán fue interrumpida por el estruendo de ráfagas.
No era pólvora, no era una celebración: era fuego cruzado. Una patrulla de la Policía fue atacada con fusil mientras realizaba labores de patrullaje, en un hecho que volvió a poner en evidencia la tensión que se vive en algunas comunas del oriente de Cali.
Según testigos, el sonido seco de los disparos rompió la rutina en cuestión de segundos. Lo que comenzó como un operativo de rutina, terminó en una violenta balacera que dejó cuatro personas heridas, entre ellas un uniformado, y a uno de los presuntos agresores abatido en medio del enfrentamiento.
Un ataque directo
Aunque aún no hay un pronunciamiento oficial detallado, medios locales informaron que los agresores abrieron fuego directamente contra la patrulla. La respuesta de los policías no se hizo esperar y se generó un intercambio que mantuvo en vilo a los vecinos durante varios minutos.
La Policía reportó que durante el operativo fue incautado un fusil, un proveedor y 27 cartuchos sin percutir, elementos que serán clave en la investigación sobre el origen de las armas y los responsables del ataque.

El miedo sigue presente
Mientras las autoridades trabajan en establecer la identidad del agresor abatido, en la comunidad permanece el temor. “Esto es tierra de nadie, y cuando hay balaceras así uno solo piensa en proteger a los suyos”, dijo un habitante del sector que prefirió no revelar su nombre.
El barrio Manuela Beltrán ha sido señalado en varias ocasiones como una de las zonas con alta presencia de bandas criminales y presencia de microtráfico, situación que podría estar relacionada con el reciente ataque.
¿Qué hay detrás del ataque?
Aunque el motivo del ataque aún es materia de investigación, los patrones de violencia en la ciudad apuntan a que no fue un hecho aislado. El uso de fusiles y armamento de guerra sugiere la participación de estructuras criminales con poder de fuego, lo que representa un reto mayor para la seguridad urbana en Cali.
Cali, una ciudad que ha vivido momentos oscuros por cuenta de la violencia, vuelve a enfrentar el desafío de garantizar seguridad en sectores históricamente golpeados. Mientras tanto, los uniformados que patrullan las calles lo hacen sabiendo que cualquier esquina puede convertirse en un campo de batalla.