El eco de los disparos volvió a romper la calma en el sector de El Percal, en la Ciudadela Metropolitana de Soledad. Esta vez, la víctima fue Freider Adolfo Durán Peláez, alias ‘Cachaco’, un joven de apenas 19 años, señalado por las autoridades como presunto integrante de la banda criminal ‘Los Pepes’.
El crimen ocurrió en la tarde del miércoles, en plena vía pública, sobre la carrera 13 con calle 54. Durán, quien se desplazaba como parrillero en una motocicleta, fue interceptado por dos hombres armados que, sin mediar palabra, abrieron fuego en su contra. Cayó al suelo sin vida, mientras los agresores emprendían la huida en la misma motocicleta que usaron para emboscarlo.
Una guerra a plena luz del día
La Policía Metropolitana de Barranquilla confirmó que Freider tenía una anotación judicial por porte ilegal de armas en 2024, y que había regresado recientemente al país, luego de haber estado un tiempo en Perú. Su vinculación con ‘Los Pepes’ —una de las organizaciones más violentas en disputa por el control territorial en el Atlántico— pone el crimen en el contexto de la guerra urbana que libran las bandas por rutas de microtráfico, extorsión y sicariato.
Pero esta vez, la reacción policial fue inmediata. En un operativo del cuadrante que patrullaba la zona, fueron capturados Yeiner Eduardo Muñoz Arrieta, de 18 años, y René Junior Calle Blanco, de 30. Ambos fueron sorprendidos en posesión de un revólver calibre 38 y la motocicleta de placas JWY42H, utilizada presuntamente en el ataque.
¿Quiénes son los capturados?
Según las primeras indagaciones, Yeiner Muñoz sería sicario al servicio de ‘Los Costeños’, la banda rival de ‘Los Pepes’. Este dato refuerza la hipótesis de que el homicidio fue un ajuste de cuentas entre estructuras criminales que operan con creciente descaro en barrios populares como la Ciudadela Metropolitana.
El caso ahora está en manos de la Fiscalía, que buscará judicializar a los capturados por homicidio agravado, porte ilegal de armas de fuego y concierto para delinquir.
Lo que para las bandas es una guerra por territorio, para los habitantes del sector es una rutina de miedo. Los vecinos del barrio aseguran que cada vez es más frecuente ver jóvenes armados, motos sin placas rondando las esquinas y disparos a plena luz del día.
Este nuevo crimen se suma a una ola de homicidios selectivos que ha encendido las alarmas en Soledad y Barranquilla, donde las autoridades enfrentan una batalla constante contra estructuras criminales cada vez más violentas y organizadas.
Mientras tanto, la vida sigue para los residentes de El Percal, pero con una certeza cada vez más difícil de ignorar: la violencia no da tregua, y las calles siguen siendo un campo de batalla entre bandas que usan la muerte como mensaje.