La tarde cayó con silencio en el barrio Los Rosales, de Fundación, Magdalena.

Una niña de apenas 3 años, llamada Milagro González, fue asesinada en un atentado armado que ha dejado en shock a toda la comunidad. No estaba en la calle, ni en medio de ninguna riña. Estaba en su casa, sentada sobre las piernas de su tía, cuando las balas la alcanzaron.

Cuatro impactos recibió su pequeño cuerpo. La llevaron de inmediato al centro de salud de Paz del Río, pero ya no había nada que hacer. Milagro llegó sin signos vitales. Su nombre, que evocaba esperanza, quedó grabado en el horror de una escena imposible de justificar.

Durante el ataque, también resultaron gravemente heridos la tía de la menor y su esposo. Ambos fueron trasladados de urgencia al Hospital San Rafael, donde luchan por su vida en estado crítico.

Las autoridades han iniciado una investigación para esclarecer los móviles del atentado y dar con los responsables. Pero en Fundación, como en muchas otras poblaciones del Caribe colombiano, la pregunta no cesa: ¿cuántos inocentes más deben morir para que cese la violencia?

Milagro es hoy símbolo de una infancia arrebatada por las balas, de una familia rota por el miedo, y de una comunidad que clama justicia en medio del dolor.