El dirigente magdalenense Rafael Noya sufrió su primera gran derrota política tras la decisión del presidente Gustavo Petro de designar a Ingris Padilla como gobernadora encargada del Magdalena, un movimiento que fortaleció al caicedismo y dejó al diputado prácticamente sin piso.
Noya, quien rompió públicamente con Fuerza Ciudadana —colectividad liderada por Carlos Caicedo—, había puesto sus fichas en acercarse al Pacto Histórico con la ilusión de convertirse en el candidato de la Casa de Nariño en las elecciones atípicas del próximo 9 de noviembre.
Su presencia junto a Petro y el entonces ministro Armando Benedetti durante la visita presidencial a Santa Marta parecía un espaldarazo, pero en Palacio la memoria pesó más: el mandatario no olvidó que Fuerza Ciudadana le aportó más de 300 mil votos en el Magdalena, un caudal histórico que fue determinante en su triunfo de 2022.
La jugada dejó en evidencia que, para el Gobierno, mantener la alianza con el caicedismo es mucho más rentable que tender puentes con un dirigente que apenas empieza a tantear cercanía política.
