La Mojana, en el sur de Sucre, parece vivir en una cadena interminable de golpes. Desde 2021, el boquete de Cara e’ Gato ha sido una herida abierta que nunca cierra. Ahora, a esa herida se le suma un nuevo golpe: un vendaval con lluvias que, en la madrugada del miércoles 13 de agosto, derribó más de 50 árboles, algunos tan viejos como la memoria de los abuelos de la región.
Entre La Sierpe y El Indio, los gigantes de madera y raíces quedaron atravesados en la vía como una muralla natural, aislando a La Mojana del resto de Sucre. La carretera, antes ruta de estudiantes y comerciantes, se convirtió en un tapón de troncos y ramas.
Los vecinos no esperaron máquinas oficiales; armados con motosierras y paciencia, se lanzaron a despejar la vía, tronco a tronco, rama a rama, mientras la vida cotidiana quedaba en pausa. Las clases, los viajes y hasta las compras quedaron suspendidas.
Pero la rabia no se esconde. “Llevamos años esperando que arreglen el boquete y ahora esto”, dicen quienes aún viven en cambuches improvisados. El vendaval, como un recordatorio cruel, dejó claro que en La Mojana la naturaleza y el olvido oficial juegan en el mismo equipo.