Lo que debía ser una noche de intimidad terminó en una tragedia sin precedentes en el municipio de Venda Nova do Imigrante, en el estado de Espírito Santo, Brasil.
Una pareja, identificada como Marcone, de 26 años, y Adriana, de 42, perdió la vida al caer con su vehículo por un acantilado de aproximadamente 400 metros de profundidad mientras mantenían relaciones sexuales.
El accidente ocurrió en la madrugada, entre la 1:30 y las 2:00, en la Rampa de Vuelo Libre de Filetti, un mirador turístico conocido por su vista panorámica y su relativa soledad en las noches. Según la Policía, la pareja estacionó en un punto apartado del acceso principal, buscando privacidad. Todo indica que, durante el acto íntimo, un movimiento brusco habría provocado que el vehículo avanzara lentamente hacia el borde del precipicio. Aunque el freno de mano estaba activado, la inclinación del terreno y el peso del automóvil hicieron que este cediera, iniciando una caída fatal.
El coche primero se precipitó unos 100 metros, impactando contra formaciones rocosas. El violento golpe expulsó a Marcone y Adriana, quienes fueron hallados sin ropa: él quedó tendido más cerca del punto del primer impacto; ella, a varios metros de distancia. El vehículo continuó su descenso por otros 300 metros hasta quedar completamente destrozado e irreconocible.
La oscuridad y la espesa vegetación hicieron que el accidente pasara inadvertido durante horas. Fue recién al amanecer cuando un trabajador rural, que transitaba por la zona, descubrió la escena y alertó a las autoridades.
Horas antes de la tragedia, la pareja había asistido a una celebración en la ciudad de Castelo, junto al hermano de Marcone y su compañera sentimental. Tras dejar a la otra pareja, decidieron buscar un lugar apartado para continuar la velada.
La Policía no encontró signos de violencia externa en los cuerpos, pero espera los resultados de toxicología para determinar si el alcohol o las drogas estuvieron involucrados. Marcone, originario de Belo Horizonte, había llegado a la región recientemente para trabajar, mientras que Adriana era madre de dos hijos y se desempeñaba en una panadería local.
La caída en Filetti no solo arrebató dos vidas, sino que dejó a familias y amigos sumidos en el dolor. Un momento de pasión terminó convertido en un dramático recordatorio de cómo un descuido puede costar todo.