El techo no fue lo único que se desplomó este martes en Sabanagrande. También se vino abajo la promesa de garantizar entornos escolares seguros. Más de cinco estudiantes del grado noveno resultaron lesionados tras el colapso del techo de su salón en la Institución Educativa Francisco Cartusciello.
El incidente, ocurrido en plena jornada escolar, fue denunciado por Karla Mora, familiar de una de las alumnas afectadas, quien elevó un urgente llamado a la Gobernación del Atlántico y a la Secretaría de Educación: “Esto no puede seguir ocurriendo. Muchas escuelas de Sabanagrande están en condiciones críticas. ¿Hasta cuándo hay que esperar para que las intervengan?”, advirtió.
Aunque los motivos exactos del desplome aún están por esclarecerse, lo que sí está claro es que la infraestructura educativa en el municipio es una bomba de tiempo. Techos deteriorados, muros agrietados y filtraciones constantes hacen parte del panorama habitual en muchas de estas instituciones. Hoy fue en Sabanagrande, mañana podría ser en cualquier otro rincón del Atlántico.
Mientras los estudiantes se recuperan del susto y de las lesiones físicas, la comunidad exige respuestas y, sobre todo, soluciones. Porque no se trata solo de cemento que cede, sino de un sistema que falla en proteger lo más valioso: la vida y el futuro de los niños.
¿Quién responde? ¿Cuántos techos más deben caer para que se priorice la dignidad y seguridad de la educación pública?
