El Puente de la Cordialidad, una estructura clave en la conexión entre Barranquilla y municipios como Galapa, se encuentra en un estado crítico. Así lo reveló un reciente informe de la Sociedad de Ingenieros del Atlántico, que advierte sobre múltiples fallas estructurales y una alarmante sobrecarga provocada por el mal uso de la vía.
A simple vista, los conductores ven un puente congestionado y con pavimento deteriorado. Pero debajo del concreto hay un diagnóstico técnico preocupante: problemas hidráulicos, erosión de taludes, losas desgastadas, barandas comprometidas y una sobrecarga constante por el estacionamiento de buses intermunicipales sobre la estructura.
Causas del deterioro: naturaleza y negligencia
El presidente de la Sociedad de Ingenieros, Néstor Escorcia, fue claro: el problema no solo obedece al paso del tiempo o a las crecidas del arroyo que corre bajo el puente, sino también al uso indebido del mismo.
“Los puentes no están diseñados para soportar cargas permanentes como la de buses detenidos. Esto genera una carga puntual que debilita la estructura y provoca trancones kilométricos”, explicó Escorcia.
El diagnóstico se dio tras una inspección conjunta de las comisiones de estructuras, pavimentos, hidráulica, geotecnia y transporte de la Sociedad de Ingenieros. El informe técnico resultante sugiere que se requieren intervenciones inmediatas y sostenidas para evitar un deterioro irreversible o, peor aún, un colapso estructural.
Entre las recomendaciones urgentes figuran la reparación de juntas, reposición de pavimento, intervención de barandas y solución hidráulica al arroyo, cuya creciente ha afectado la estabilidad del puente desde los cimientos.
Propuesta técnica: cámaras y control
A pesar de que se han instalado reguladores, la indisciplina persiste. Por ello, la agremiación propuso la instalación de cámaras de fotomultas como medida de control para disuadir a los conductores que estacionan sobre el puente.
“La autoridad debe actuar. Se trata de proteger una estructura estratégica, no solo para Barranquilla sino para toda la región centro del Atlántico”, afirmó Escorcia.
Voces de la comunidad: “Esto es una bomba de tiempo”
Los ciudadanos no necesitan leer informes para saber que algo está mal. Lo viven todos los días.
Shanis de la Rosa, residente del sector, atraviesa el puente a diario para llegar a su trabajo. Describe el tránsito como un caos y el puente, como un riesgo constante.
“Aquí los huecos son eternos, los trancones también. Además, he sabido de accidentes graves, incluso uno que terminó en tragedia en la empresa donde trabajo”, relató.
Luis Alberto Hernández, de 70 años, recuerda cuando se construyó el puente hace más de cuatro décadas. Según él, el mantenimiento ha sido escaso y superficial.
“Ese puente está remendado por todos lados. Vienen, toman fotos, resanan algo y se van. Pero eso no es un arreglo serio”, señaló.
Alcaldía de Galapa también lanza la alerta
Aunque el puente está bajo jurisdicción de Barranquilla, el alcalde de Galapa, Fabián Bonett, elevó su voz para exigir una solución definitiva. Su administración ha entregado informes técnicos al Instituto Nacional de Vías (Invías) y participado en mesas de trabajo para buscar una intervención urgente.
“Ya se nos informó que el proyecto fue estructurado y que será montado en la plataforma Secop este semestre. Esperamos que no sea otra promesa más”, dijo Bonett.
El mandatario también advirtió sobre filtraciones de agua que están afectando los cimientos del puente, lo que, de no atenderse, podría generar una tragedia similar a la ocurrida con el puente de Soledad.
¿Y ahora qué?
El futuro del puente de la Cordialidad está en manos del Invías, que deberá contratar y ejecutar las obras prometidas. Pero mientras tanto, el deterioro avanza, los vehículos se acumulan y la comunidad sigue cruzando, día tras día, una infraestructura que, según los expertos, ya no da más.
Una estructura vital que hoy está sostenida, más que por concreto, por la esperanza de que no colapse antes de que llegue la solución.




