Ni el mejor guion de acción podría haber contado lo que sucedió a las 6:45 de la tarde de este lunes 4 de agosto en Los Girasoles, al sur de Barranquilla. Una persecución a toda velocidad, disparos y la furia de una comunidad que decidió hacer justicia por mano propia marcaron una noche de alto voltaje en la ciudad.
Todo comenzó minutos antes, cuando Danny Montes Arroyo, de 53 años, fue asesinado mientras trabajaba en su llantería ubicada en la calle 47 con carrera 14 sur. Sujetos armados llegaron en moto y lo atacaron sin darle opción de escapar.
Pero el destino les jugó en contra.

Una patrulla de la Policía que se dirigía a atender otro crimen, ocurrido en el barrio Las Moras de Soledad, se topó de frente con los presuntos homicidas. Se desató entonces una persecución que terminó a pocas cuadras, con uno de los presuntos sicarios herido de bala y el otro capturado. La identidad de ambos aún no ha sido revelada.
El herido fue trasladado a un centro asistencial, bajo custodia, mientras que su cómplice quedó en manos de las autoridades. Sin embargo, la historia no terminó ahí.
Enardecida por lo ocurrido, la comunidad del sector incineró la motocicleta en la que los sospechosos intentaban huir. Un acto de rechazo contundente que dejó claro el hartazgo ante la violencia y la impunidad.
La Policía Metropolitana investiga si los sujetos están ligados a más homicidios recientes y no descarta su relación con bandas dedicadas al sicariato en el área metropolitana.
Barranquilla vive otra noche manchada de sangre, pero esta vez, la reacción fue inmediata. La justicia empieza a tomar forma, aunque con la calle encendida.