Barranquilla, ciudad de víctimas sin justicia.
La indignación crece entre los ciudadanos tras conocerse que el conductor que atropelló y dejó gravemente herido al operario de Triple A, Aldrin Antonio Dacunha, fue dejado en libertad pocas horas después, a pesar de haber confesado que conducía bajo los efectos del alcohol.
El hecho ocurrió en la Vía 40, mientras Dacunha realizaba labores de mantenimiento. El impacto fue brutal. Hoy, la víctima lucha por su vida en una UCI, con un pronóstico reservado. Mientras tanto, el agresor ya está de regreso en la calle.
Testigos del caso confirman que el conductor admitió su responsabilidad. Aun así, el sistema judicial decidió no imponer medida de aseguramiento, lo que ha despertado un profundo malestar en la opinión pública.
“¿Qué más tiene que pasar? ¿Cuántas vidas más deben estar en riesgo para que conducir ebrio no sea tratado como una falta menor?”, se preguntan familiares, compañeros de trabajo y ciudadanos que claman por justicia.
En redes sociales, las críticas no se hicieron esperar. La noticia desató una ola de comentarios exigiendo reforma judicial y castigos ejemplares para quienes atenten contra la vida bajo el volante y la irresponsabilidad del alcohol.
Este no es un caso aislado. En Barranquilla y otras ciudades del país, conductores bajo efectos del licor siguen generando tragedias… y saliendo por la misma puerta por la que entraron.
Mientras Aldrin Antonio Dacunha se debate entre la vida y la muerte, su agresor duerme tranquilo en casa. La pregunta que arde en el ambiente es una sola:
¿Hasta cuándo la impunidad?