La mañana de este domingo fue desoladora para decenas de familias samarias que amanecieron con el agua todavía dentro de sus viviendas, luego del torrencial aguacero que azotó a la ciudad el día anterior y provocó el colapso de más de 60 barrios.
En sectores como Bastidas, María Cecilia, Pescaíto y Curinca, las imágenes del amanecer fueron impactantes: colchones flotando, niños con el agua hasta las rodillas y familias enteras tratando de rescatar lo poco que quedó seco. Muchos pasaron la noche en vela, tratando de drenar el agua como podían o refugiándose en casas de familiares.
“El agua se nos metió hasta el pecho, perdimos el televisor, el ventilador, los útiles de los niños… todo. Amanecimos sin nada”, dijo entre lágrimas una habitante del barrio Brisas del Nevado.
Las lluvias, que comenzaron en la tarde del sábado y se extendieron durante varias horas, evidenciaron una vez más la falta de infraestructura pluvial, el abandono de las quebradas urbanas y la nula preparación del Distrito para atender este tipo de emergencias recurrentes.





Mientras tanto, las autoridades locales no han emitido aún un balance oficial de daños ni un plan concreto de atención a los damnificados, lo que ha generado indignación en una ciudad que, hace apenas unos días, celebraba con fiestas y conciertos sus 500 años de fundación.
Hoy, el panorama es otro: calles convertidas en ríos, viviendas inhabitables y una ciudadanía exigiendo menos shows y más soluciones reales.