En una tierra donde la realidad a menudo supera la ficción, hay historias que desafían todo decoro y permanecen vivas en el recuerdo colectivo. Esta es una de ellas: la infame y legendaria hazaña de Alcibíades “Chijo” López, el excéntrico patrón de Carraipía que cambió un acto asqueroso por una fortuna… y terminó perdiéndolo todo.
El patrón de la bonanza
Corrían los años 70 en La Guajira. Era la época dorada de la bonanza marimbera, cuando los dólares llovían, los jeeps desfilaban cromados y las fiestas duraban días. En ese paisaje de polvo y excesos, emergió “Chijo” López, un hombre que parecía sacado de una película de gánsteres tropicales. Ropas caras, animales exóticos, casas llenas de whisky y mujeres; Chijo era leyenda antes de que su nombre siquiera se escribiera en los diarios locales.
Dueño de camiones, fincas y voluntades, Chijo no solo imponía respeto: inspiraba devoción. Pero su ego desbordado necesitaba constantemente reafirmarse. Y así fue como, una noche de tragos en su finca en las afueras de Maicao, ocurrió el acto que marcaría para siempre su leyenda.
La apuesta del asco
Testigos aseguran que, entre risas, licor y una muestra grotesca de poder, Chijo miró a uno de sus choferes y lanzó una propuesta que, por absurda, parecía imposible:
“¡Si te comes ese mojón, te regalo un volteo!”
El silencio fue inmediato. Algunos creyeron que era broma. Pero el chofer —un muchacho humilde, necesitado y leal— aceptó el reto. Lo hizo. Lo vomitó. Lo terminó. Y, fiel a su palabra, Chijo le entregó las llaves del camión al día siguiente.
El hecho corrió de boca en boca. Entre risas, repulsión y asombro, Maicao entera hablaba del día en que un mojón se cambió por un camión. Así nació una de las anécdotas más inverosímiles —y contadas— de la historia oral guajira.
Del trono al abandono
Pero ningún imperio construido sobre excentricidades y miedo dura para siempre. Con el fin de la bonanza y el endurecimiento de las leyes, Chijo fue perdiendo poder, aliados y dinero. Los mismos que lo adulaban lo abandonaron. Las fiestas cesaron. Las puertas se cerraron.
Dicen que murió solo, arruinado, sin familia ni dolientes, en una humilde casa en las afueras de Uribia. Solo quedó el recuerdo, y por supuesto, la infame historia del “mojón por el camión”.
Una advertencia hecha leyenda
Hoy, la historia de Chijo López se cuenta como una fábula trágica. No hay niño en Maicao que no haya escuchado la historia del patrón que todo lo tuvo… y todo lo perdió.
Y como suelen terminar las leyendas de esta tierra ardiente y rebelde, queda una frase flotando en el viento polvoriento:
“Ni el más poderoso escapa del olvido… ni el más bajo acto se borra de la memoria popular.”