En una decisión judicial que sacude los cimientos de la política colombiana, la jueza 44 penal del circuito de Bogotá, Sandra Liliana Heredia, no se anduvo con rodeos y dejó claro que el expresidente Álvaro Uribe Vélez no fue un espectador, sino el “determinador” detrás de una trama de sobornos en actuación penal y fraudes procesales.

Según la togada, la telaraña delictiva no se tejió sola: varios abogados —sí, esos mismos de los trajes finos y las frases en latín— actuaron bajo instrucciones precisas para alterar procesos judiciales a favor del exmandatario. Y entre ellos, brilló (o más bien, se quemó) Diego Cadena, el abogado que, “fiel a su apellido, se dedicó a encadenar delitos”, según palabras literales de la jueza.
Heredia fue más allá y calificó a Uribe como el “cerebro del plan criminal”, quien, con la precisión de un director de orquesta, delegó el trabajo sucio. Aseguró que eligió a Cadena por su “habilidad” para entrar a las cárceles y moverse en terrenos que sus abogados de lujo, Jaime Lombana y Jaime Granados, no podían pisar.
¿Estrategia o descaro?
El fallo lo deja al aire, pero con aroma a lo segundo.
La sentencia fue clara: Uribe es culpable como determinador de soborno en actuación penal y fraude procesal, aunque fue absuelto del cargo de soborno simple. La razón: la defensa logró demostrar que un traslado de un testigo fue ordenado por un juez, no por órdenes directas del expresidente.

Y mientras en las redes algunos gritan “persecución” y otros “¡por fin justicia!”, el país asiste al histórico hecho de ver a un expresidente siendo hallado culpable de mover los hilos desde las sombras para torcer la justicia.