El reloj no había marcado aún el mediodía cuando la calma del corregimiento de La Peña, jurisdicción de Sabanalarga, fue quebrada por el eco de varios disparos. En la calle 4 con carrera 8, la muerte llegó sin previo aviso y se llevó a José Gregorio Cervantes Sarmiento, un joven de apenas 29 años.
Testigos aseguran que dos hombres en moto aparecieron como sombras en la vía. Sin mediar palabra, desenfundaron un arma de fuego y accionaron el gatillo en varias ocasiones. Los proyectiles dieron en el blanco. José Gregorio cayó al suelo, y su vida se apagó allí mismo, sin oportunidad de auxilio ni despedidas.
Los sicarios, fríos y calculadores, huyeron del lugar a toda velocidad, como si la muerte no pesara en el escape. La Policía del Atlántico confirmó el crimen y adelanta las investigaciones para esclarecer los móviles del asesinato y dar con los responsables.
Mientras tanto, en La Peña reina el silencio, ese que se instala después de la violencia y deja a las comunidades sumidas en el miedo y la resignación. Otro joven más asesinado. Otra vida segada. Otra estadística en el conteo interminable de los que se van antes de tiempo.
